«Hola bonita», «Que guapa eres, ¿Cómo estás?», «¿Podemos chatear?» son algunos de los mensajes que frecuente recibe Andrea Pérez en su cuenta de Facebook de personas desconocidas y aunque los ignore, ese tipo de coqueteo indeseado es recurrente.
El auge de la tecnología ha permitido en los últimos años que la mayoría de población tenga acceso al internet y sus beneficios, sin embargo, esta vía también es utilizada por personas que con malignas intenciones utilizan las plataformas digitales para acosar o intimidar.
«Aparentemente no me causa ningún daño, pero es molesto estar recibiendo solicitudes de hombres que no conozco que me dicen cosas. Igual eso ha provocado que deje de publicar tantas cosas en redes, datos personales, porque me da miedo», afirma la joven.
Recibir mensajes con coqueteos, chantajes e incluso amenazas, vía electrónica, son algunas formas comunes que pueden considerarse acoso, delito enmarcado en la Ley de Delitos Informáticos y Conexos.
Difundir mentiras o publicar fotografías vergonzosas de alguien en las redes sociales, enviar mensajes hirientes o amenazas a través de las plataformas de mensajería, hacerse pasar por otra persona y enviar mensajes agresivos en nombre de dicha persona, también es ciberacoso, según Unicef.
«Señas, algún tipo de chat inapropiado, elevados del tono o que van conduciendo a la persona con preguntas ingenuas con el fin de obtener alguna foto o videos, pueden ser diferentes tipos de conductas», dice Boris Solórzano, abogado consultor en cibercrimen y protección de datos.
PELIGRO DE LA TECNOLOGÍA
En El Salvador, tanto mujeres como hombres, sufren a diario este y otro tipo de conductas a través del internet, delito definido en el artículo 27 de la referida ley como «el que realice conducta sexual indeseada por quien la recibe, que implique frases, señas u otra conducta inequívoca de naturaleza o contenido sexual, por medio del uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación, será sancionado con prisión de cuatro a seis años».
En los últimos 3 años y medio, hubo 377 personas que denunciaron ser víctimas de acoso a través de Tecnologías de la Información y la Comunicación, según los datos que registra la Fiscalía General de la República (FGR). Del total, 122 denuncias fueron sobre acoso a menores y personas con discapacidad, es decir, un 36% de los casos.
El acoso en internet y redes sociales ha sido un problema latente en el país, esto se refleja en las estadísticas de denuncias que muestran que por año hubo 100 casos de acoso cibernético. Para el 2020 [año de la pandemia], se reportaron 115 denuncias, el delito persiste; para el 2019 hubo 87 casos y para el 2018 se registraron 91 supuestos acosos. Entre enero a mayo de este año se reportan 44 denuncias.
Para el abogado «los jóvenes no comprenden la consecuencia negativa de los actos o gente adulta que se puede hacer pasar con edad diferente para chatear con personas para ir manipulando a la víctima y hacerle creer cosas que no son. Las personas olvidan la vida real por la virtual».
MUJERES, PRINCIPALES VÍCTIMAS
Del total de los denunciantes ante la FGR, 186 son mujeres entre 18 a 50 años, seguido de 124 niños y niñas, de entre los 5 y 17 años, que han sufrido algún tipo de acoso.
Respecto a las zonas donde más se reportan casos, San Salvador encabeza la lista de los departamentos con 130 denunciantes, seguido de La Libertad con 49 víctimas de acoso sexual, el resto se divide en los otros 12 departamentos del país.
Según Unicef, el ciberacoso genera consecuencias mentales, emocionales y físicas. Incluso las víctimas pueden «sentirse objeto de burla o de acoso, puede impedir que la víctima hable con franqueza o trate de resolver el problema. En casos extremos, el ciberacoso puede llevar a quitarse la vida».
Para Solórzano, «el acoso sin duda causa una presión psicológica en las personas y muchas las esconden, no la denuncian, porque creyendo a veces que están en una relación sana, pero con los días van siendo sumidas, muchas veces con contenido sexual».
El ciberacoso puede derivar otro tipo de delitos como extorsión, secuestros y homicidios. «El principal es la extorsión. Hay algunas personas que lo único que quieren es un encuentro sexual o contenido explicito para luego venderlo o subirlo a plataformas que generan ganancias y ahí se genera acoso, pero primero los engañan y los planifican».
Solórzano asegura que para evitar el ciberacoso es vital no tener contacto con desconocidos, visitar sitios apropiados y protegerse de sitios maliciosos que podrían robar información personal.