El Salvador es un país cuyo Dios es el Dios de Israel, Dios todopoderoso (Shaddai), Dios proveedor (Jireh), Dios de paz (Shalom), Dios de justicia (Tsidkenu).
El rey sabio Salomón escribió en Proverbios 29:2: «Cuando los justos gobiernan, el pueblo se alegra. Pero cuando los perversos están en el poder, el pueblo gime (llora, sufre, sangra, por la injusticia de los perversos que gobiernan)». Significa entonces que lo que necesita una nación es ¡¡¡que Dios abra una puerta para que los justos gobiernen!!! ¡Y que le cierre la puerta a los injustos!
¿Pero a qué justicia se está refiriendo Salomón? Equidad, integridad, rectitud, verdad, a hacer la voluntad de Dios.
¿Cuántas veces en nuestros púlpitos los pastores y religiosos de todo el país le hemos pedido a Dios «cambia, Señor, el rumbo de nuestra nación; trae paz, Señor, ya no más corrupción, ya no más muerte, ya no más extorsiones; te pedimos paz para nuestra nación, que seamos una nación próspera y bendecida»?
Y hoy que Dios en su soberanía usó a toda la nación para elegir a un presidente y una Asamblea Legislativa decidida a hacer justicia para este país que tanto lo necesitaba, se levantan algunos que en sus púlpitos oraban por la justicia y la paz para malinterpretar la palabra de Dios, usando un texto fuera de contexto y decir que Dios quita y pone reyes solo aplica a que Dios quitará a Nayib Bukele de la presidencia, ignorando que Dios lo puso, ¿y quién soy yo para ir en contra de la voluntad de Dios?
En El Salvador hubo elecciones transparentes y justas, y fue el pueblo quien decidió. ¿A qué dictadura se refieren? ¿O acaso es que clamar desde el púlpito por paz y justicia solo fue un «show» patrocinado? ¿Cuál es nuestro trabajo como ministros de Dios? ¡Obedecer sus decisiones!
Dios quita y pone reyes. Dios se cansó de los injustos y escuchó el clamor de un pueblo y nos puso a un presidente conforme a su corazón, y oramos para que Dios le dé fuerzas, y a todo su gabinete y a los diputados y todas las autoridades para que nunca retrocedan en su fe y en su determinación de hacer justicia y cambiar el rumbo de nuestra nación hasta convertirla en un país ejemplar y próspero.
Mientras, en el mundo se levantan Gobiernos perversos que imponen leyes aberrantes, exigiendo a pastores casar a personas del mismo sexo en sus púlpitos, y a médicos matar a seres humanos en el vientre de su madre.
Nosotros hoy somos gobernados por un presidente que ama a Dios y honra a Dios con sus decisiones. ¡Gloria a Dios porque aún hay justos que gobiernan bajo los estatutos de Dios!
Y los perversos caerán, así lo dice la Biblia. Proverbios 29:16: «Cuando los perversos están en autoridad, el pecado abunda, pero los justos vivirán para verlos caer». El Salvador ha visto caer a los que por años nos mantuvieron bajo engaños y mentiras.
Hubo un joven rey llamado Josías que reinó por 31 años en Jerusalén. La Biblia dice que él mandó a reparar la casa de Dios, el templo de Dios; y él mandó a destruir altares paganos y levantó el nombre de Dios en su ciudad conforme a su padre mentor rey David. Y Dios bendijo a Josías y su reino fue mejor que el de sus antecesores, y Josías puso a los que enseñaban la palabra de Dios como sus consejeros, y Dios bendijo todo lo que Josías hizo y su reino quedó como un ejemplo para siempre.
No ataquemos a nuestro presidente joven; oremos por él, ayunemos a Dios por él y apoyemos como ciudadanos los cambios, que están trayendo resultados nunca vistos. Ojalá que el presidente Nayib se rodee de siervos de Dios como sus consejeros y que vengan aún mejores tiempos, y que Dios alargue los períodos de gobierno de los justos.