El atacante de 24 años irrumpió muy temprano en la mañana a tiros en un sitio en construcción con una escopeta, lo que desató una alerta de las autoridades que dejó paralizado el centro de esta ciudad, la más grande de Nueva Zelanda.
El primer ministro neozelandés, Chris Hipkins, informó que el atacante murió en el lugar y que no hay una amenaza a nivel nacional, por lo que dio luz verde a la inauguración del torneo.
«La evaluación de las autoridades es que no hay un riesgo de seguridad nacional. No hay ningún cambio en el nivel de amenaza de seguridad nacional de Nueva Zelanda», insistió Hipkins.
Pese al ataque, el Mundial, coorganizado por Nueva Zelanda y Australia, arrancó como estaba previsto.
Ante más de 42.317 espectadores, una cifra récord para un partido de fútbol en el archipiélago, Nueva Zelanda derrotó a Noruega (1-0) en el partido inaugural en Auckland, previo al cual se observó un minuto de silencio en homenaje a las víctimas del tiroteo.
La policía cree que el ataque no está relacionado con el Mundial, ni fue motivado política o ideológicamente.
El autor de la balacera tenía un historial de violencia familiar y problemas de salud mental.
La policía explicó que el atacante estaba bajo arresto domiciliario, pero tenía permiso para trabajar en el sitio de construcción. En cambio, no tenía licencia para poseer un arma.
El comisario Andrew Coster dijo que no hubo «nada que sugiriera que presentaba un riesgo más elevado».