Me atrevo a escribir sobre este sector porque tengo una relación circunvecina con profesionales orientados y preparados para generar desarrollo de país en este, no solo por su aporte técnico, sino por su contribución a la generación de empleos directos e indirectos. Se sabe que durante la pandemia en 2020 muchos proyectos del sector privado debido al confinamiento cerraron operaciones, y como efecto subsiguiente se perdieron alrededor de 70,000 empleos directos, lo que impactó enormemente en la economía salvadoreña; no obstante, el Gobierno salvadoreño, sabiamente y haciendo una perfecta lectura del fenómeno, impulsó al sector desde el Ejecutivo con la construcción de nuevas instalaciones de la red hospitalaria, en la que destacan el Hospital El Salvador y el megacentro de vacunación, los que fueron desde un principio objeto de posiciones antagónicas de sectores conocidos de la oposición que pretendían que se construyera una enorme carpa desmontable, como lo hicieron países desarrollados con resultados negativos, porque se inundaron, porque los derribó una ventisca, etcétera. En ese momento se identificó plenamente a estos sectores oscurantistas de la oposición salvadoreña. Dejaron claro lo que para ellos representa el pueblo como tal, con una evidente señal de menosprecio, como si la atención médica no fuese para seres humanos. En fin, así son ellos. Lo interesante del caso es que el actual Gobierno hizo una lectura clara y precisa, y promovió la inversión desde esta plataforma, por consiguiente, se inició un proceso de desarrollo sostenido que promueve la construcción de una red hospitalaria nueva y su equipamiento y, como consecuencia, la generación de empleos directos e indirectos, lo que permitió para finales de 2021 anunciar al país un crecimiento económico del 10 % en promedio, algo nunca visto.
Aunado a esto, proyectos como Surf City, la construcción de la red vial de los periféricos Claudia Lars y Gerardo Barrios, la recuperación de la red vial a escala nacional por medio de la administración de la Dirección Nacional de Obras Municipales, con el acompañamiento del sector privado de la construcción, que es al que se le adjudican dichos proyectos; destaca, además, la reconstrucción de más de 5,000 centros educativos del país, algunos en este momento ya los está interviniendo el Gobierno Central, con la adjudicación de estos proyectos a empresas privadas, especialmente salvadoreñas. El otro elemento destacado es la construcción de nueva infraestructura carcelaria para resguardar a las personas que violaron nuestras leyes y que ahora deben guardar prisión, para lo cual se construye un megacentro penitenciario en San Vicente, y creo entender que se construirán algunos más. En este punto habrá algunos que me criticarán, pues yo, siendo un educador, debería promover y escribir para que en El Salvador se construyan más escuelas; y la respuesta casi inmediata es que estamos como generación contribuyendo a corregir la plana a quienes en el pasado no tuvieron la disposición, la voluntad política y la visión de erogar fondos para llevarle tranquilidad a los salvadoreños honrados y trabajadores; y ese en sí es el motivo por el cual ahora nuestro sistema judicial se encarga de castigar a quienes les dejaron al libre albedrío atentar contra nuestra gente. Creo que no hay otra respuesta por el momento más que esta y con contundencia lo puedo afirmar y sostener.
La visión de país de un nuevo Gobierno, que desde 2019 ha convertido a El Salvador en la comidilla de incluso muchos líderes mundiales, tiene a unos a favor y a otros en contra, pero una cosa destaca y lo sabemos los salvadoreños que vivimos acá y que en el día a día caminamos o nos movilizamos por nuestras calles y avenidas o por caminos rurales y es que hoy día se puede transitar libremente, es decir, la libertad ambulatoria está recuperada y esto no lo pueden adversar ni organizaciones internacionales ni hijos espurios de El Salvador —que algunos se dicen ser representantes de la diáspora— ni mucho menos presidentes de otros países, quienes no gozan ni gozarán de la popularidad que tiene el gobernante Nayib Bukele.
Debo hacer notar que el sector construcción ha sido por décadas favorecido por gobiernos anteriores con la asignación de grandes proyectos, los que al final de cuentas se convirtieron en símbolos de la corrupción y me atrevo a mencionar algunos como la reparación de la carretera de Los Chorros. Para ese entonces, el ministro era Gerson Martínez y yo, siendo parte de la comisión de obras públicas de la Asamblea Legislativa, le pregunté en qué mejoraba ese trayecto tan importante para el acceso y retorno a San Salvador y zonas aledañas. La pregunta se derivó de una fuerte campaña publicitaria por esas reparaciones y no obtuve respuesta, pues en ese momento solo se dedicaron a reconstruir la pista de rodaje, colocar los separadores, señalizar y colocar las «luces inteligentes» para iluminar los carriles en horas nocturnas, los que ahora ya no existen. Estructuralmente hablando siguió siendo el mismo trayecto de limitados carriles. Esta obra fue adjudicada a empresas privadas, lo mismo ocurrió con la ex-Diego de Holguín, ahora bulevar Monseñor Romero, donde, de igual manera, se judicializa a exministros de Obras Públicas por el sonado caso de corrupción. Esto en un traslape entre gobiernos de ARENA y FMLN; el símbolo o referente más sonado de la corrupción desde la óptica del involucramiento del sector construcción lo visualizamos en la presa El Chaparral, la cual la oposición política se ha encargado de criticar, pues aún no se finaliza, les recuerdo que ellos en 10 años solo lograron avances del 6.6 % y, según información oficial, aún en medio de la pandemia se logró en tiempo récord un 20.51 % de avance. Dicho proyecto refleja los manejos abusivos de los gobiernos anteriores y representa la eficacia del actual Gobierno con datos más que evidentes, un caso del cual la justicia salvadoreña tiene la obligación de castigar a quienes hicieron uso inadecuado del dinero del pueblo.
En todo esto, creo que gremiales de la construcción de nuestro país El Salvador deberían entender que estamos en un nuevo escenario, donde las prácticas del pasado no tienen espacio. Se dice que en el pasado algunos proyectos fueron adjudicados, como decimos en buen salvadoreño, «de dedo» obviando pasos y procedimientos determinados de la Lacap. Es hora, señores de las grandes gremiales de El Salvador, que se unan a la cruzada que inició el presidente Bukele y sus ministros, a efecto de generar un desarrollo sostenible en el país y no crean que pueden hegemonizar el desarrollo desde la óptica del sector.
Sector construcción, continúen como un factor de desarrollo de nuestro país. Las reglas, las condiciones y los métodos ya están dados en nuestra legislación.
Están invitados a seguir el camino del desarrollo.