Dagoberto Gutiérrez rememora que el Frente guerrillero calificaba como «enemigo político» a ARENA. El final de la guerra, en enero de 1992, llevó a ese movimiento guerrillero a convertirse en un instituto político y, por ende, a tener otra relación con el partido tricolor.
Este último se encuentra en una crisis interna por la reciente renuncia de dos diputados y dos alcaldes, además de decenas de dirigentes y miembros de las bases. Tras los resultados electorales, el analista dice que ambos partidos son una «sombra».
Eso sí, advierte que la recuperación de estos institutos políticos pasa por lo que haga el Gobierno actual. Sobre la lista Engel, dice que ello responde a la política de la actual administración estadounidense de sancionar a gobiernos que no le convienen.
¿Qué significaba ARENA para el FMLN en tiempos de guerra?
ARENA era parte del enemigo, el rostro político del enemigo. En las guerras así ocurre. Las guerras las libran los enemigos, no los amigos, pero estos enemigos, a su vez, tienen amigos y tienen aliados, tienen gente cercana, tienen colaboradores.
¿Lo veía como un enemigo político, entonces?
Sí, así se entendía. Una vez la guerra termina, se inicia otro momento: desaparece la guerrilla y el Frente guerrillero y aparece un partido político que se llamó FMLN. Ese fue el nombre que se le dio a ese nuevo instrumento político. Ahí la relación con ARENA cambió.
¿Y hoy cómo ve esa unión FMLN-ARENA?
Eso estoy explicando. En ese momento, la argamasa que unía a estos dos partidos era el neoliberalismo. Ahí no eran enemigos, eran, si se quiere, contrapartes. Uno era un partido oficial y el otro, un partido de oposición en el ejercicio de lo que se llama bipartidismo. Una vez termina ese período, que duró 30 años, se abre este otro momento que estamos viviendo, y tanto ARENA como el FMLN son barridos por la gente en las urnas. La relación entre estos dos sujetos cambia.
¿Y es lo que estamos viendo ahora?
En parte, porque estamos viendo otras cosas también. Esa relación no es lo central, de momento; es lo menos importante porque los partidos políticos han sido borrados por los votos de la gente en las urnas. Por eso la relación entre partidos resulta lo menos importante. ARENA y el FMLN están en un momento donde hay otro tipo de relación, porque hoy tienen un enemigo en común y de ambos. Hoy hay más identificación con las posiciones de la oligarquía de los partidos políticos.
¿Y entonces qué es ahora lo más importante?
Lo más importante es la posición del pueblo. El pensamiento. El sentimiento de la gente.
¿Ya no es válido aquello de que El Salvador será la tumba donde los rojos terminarán?
Eso lo tiene que decir ARENA. Hoy el problema es una situación rara de la historia. El Gobierno no es un Gobierno revolucionario, tampoco es un Gobierno dirigido por un partido de izquierdas.
¿Y el Frente sigue siendo la vanguardia de un pueblo que lucha?
No, no. El Frente no existe. Eso no tiene importancia. Lo que habla y camina es su sombra. Y esa sombra puede tomar vida dependiendo de lo que haga el Gobierno. Lo mismo para ARENA. El Gobierno se ha de equivocar lo menos posible y ser capaz de corregir sus errores.
¿Podemos hablar de una coalición FMLN-ARENA en 2024?
No se puede hablar de unión, no. La unión es una comunión. Hay coincidencias importantes, no hay diferencias visibles ni hay esfuerzo de diferenciación y es posible que haya acuerdos. Todos tienen, me parece a mí, una especie de enemigo en común. ARENA tiene más salud política porque son conservadores y oligárquicos y no hay problema. El problema es del otro partido.
¿Está más cuesta arriba el Frente que ARENA?
Sí, porque cuando uno hace cosas diferentes a las que dice, tiene más complicaciones. Eso lo conoce bien el pueblo y por eso votó de la forma que lo hizo. Hasta ahora no puedo hablar de unidad, pero los partidos están desapareciendo y si aparecen de nuevo dependerá de lo que haga el Gobierno, y eso debe saberlo bien el Gobierno. La gente votó para tener una vida mejor.
¿Y cómo ve la lista Engel de Estados Unidos?
Es un esfuerzo inútil de este Gobierno estadounidense para imponerse. Ya no es Estados Unidos el imperio hegemónico, se acabó, y su moneda, que es lo que le asegura esto, también va para abajo en el planeta. Ese imperio no termina de descifrar lo que está ocurriendo en este pequeñísimo país, empobrecido y atrasado. Esa lista es un esfuerzo de ellos para influir. Ellos hablan de democracia, pero trabajan con las peores dictaduras, hablan de derechos humanos, pero son grandes violadores. Esa lista responde a su política actual de sancionar a gobiernos que no les convienen a ellos, y este es el punto. La política estadounidense es oligárquica.
¿Qué piensa de la reelección presidencial?
Es bien temprano, pero eso lo tiene que decidir la gente. Eso lo decide la gente. Hay que preguntarle a la gente.