Una muestra del cambio estratégico operado por Washington es que la vicepresidenta, Kamala Harris, estuvo de viaje en la región la semana pesada mientras la salida de Afganistán entraba en un turbulento tramo final, esperando reforzar la presión de sus aliados contra Pekín.
Harris acusó a Pekín de «actos» que «amenazan el orden internacional establecido», en particular sus agresivos reclamos de territorios en el mar de China Meridional.
Su recorrido por Singapur y Vietnam fue visto como un esfuerzo de la administración del presidente Joe Biden por tranquilizar a los aliados asiáticos, inquietos por la retirada estadounidense de Kabul tras la repentina caída del gobierno afgano respaldado por Washington durante casi 20 años.
Ryan Hass, especialista en relaciones internacionales en la Brookings Institution, dijo que la debacle de la retirada en Afganistán no tendrá un impacto duradero sobre la credibilidad de Washington en Asia.
«La posición de Estados Unidos en Asia depende de los intereses compartidos con sus socios de equilibrar el ascenso de China y preservar la paz duradera que ha permitido el desarrollo rápido de la región», señaló a la AFP.
«Ninguno de esos factores disminuye por los eventos en Afganistán». El interés de Estados Unidos en el este de Asia «abrirá nuevas posibilidades» para el país y sus socios en la región, agregó.
China y Rusia
El legislador Adam Smith, a la cabeza del Comité de las Fuerzas Armadas en la Cámara de Representantes, dijo que el retiro de Estados Unidos de Afganistán no parece cambiar el balance entre ese país y las superpotencias rivales de China y Rusia.
Rechazó el martes sugerencias de que la aparente muestra temporal de debilidad de Estados Unidos podría motivar a China a invadir Taiwán, o Rusia a atacar Ucrania, por ejemplo.
«Creo que quien piense que sus cálculos (chinos y rusos) han cambiado significativamente porque retiramos los últimos 2,500 soldados de Afganistán… No lo veo así», dijo Smith en una conferencia en línea.
«Hay muchas otras consideraciones que tomar en cuenta acerca de la percepción de China y Rusia sobre su capacidad para ser agresivos en esas partes del mundo», añadió.
Derek Grossman, un exfuncionario del Pentágono ahora experto en Defensa en el centro de pensamiento Rand Corporation, indicó que China podría buscar albergar buenas relaciones con los talibanes, militantes islamistas que lucharon durante 20 años contra Estados Unidos antes de volver al poder el 15 de agosto.
Pekín podría decidir reconocer rápidamente el gobierno talibán, incluso si Washington y otros gobiernos occidentales aguardan para esperar convencer a los nuevos dueños de Afganistán de moderar sus políticas rigurosas.
«China, como nuevo poder en competencia con Estados Unidos, probablemente quiera mostrar su manera única de manejar los asuntos internacionales, que tiende a ser, regularmente y de manera pensada, contraria a la estadounidense», dijo Grossman.
«Reconocer el régimen talibán en Afganistán contribuiría a reforzar la percepción de que es Pekín, y ya no Washington, quien determina la agenda y moldea el futuro orden regional», precisó.