Durante décadas se acusó a Israel de evitar las negociaciones con Hamás y la Autoridad Palestina. Estas organizaciones fueron presentadas como David, mientras que Israel, ante el ojo público, fue Goliat.
Pero el ataque terrorista brutal e inhumano perpetrado el 7 de octubre de 2023 no solo quedará grabado en la memoria durante años como el ataque antijudío más grave desde el Holocausto, sino que también evidenció ante la comunidad internacional la verdadera intención de Hamás.
Esta organización nunca luchó por la «liberación» de su pueblo; Hamás lucha por la destrucción del Estado de Israel. Son dos objetivos totalmente distintos. Para dejarlo claro: esto no lo dice el Gobierno israelí; lo resalta con claridad el documento constitutivo de Hamás, que desde 2007 es de facto el Gobierno palestino electo en Gaza.
La masacre brutal del 7 de octubre no tiene precedentes. Centenares de terroristas invadieron territorio israelí y masacraron a sangre fría a más de 1,200 bebés, niños, mujeres y ancianos. Pasaron casa por casa, y con infinita brutalidad asesinaron a todos los que vieron pasar.
Solo días después del ataque se evidencia lo que la mente humana no puede captar: decenas de niños fueron quemados vivos; jóvenes con cabezas cortadas; mujeres y niñas fueron violadas mientras los cuerpos torturados de sus seres queridos estaban tirados a su lado; familias enteras prendidas en fuego; cuerpos de jóvenes asesinados fueron arrastrados como «trofeo» ante la burla y el baile de los terroristas; bebés y niños, ancianos y enfermos secuestrados en captivo, caminando en fila, reflejo vivo de los tiempos del Holocausto. La única diferencia con el régimen nazi es que las imágenes esta vez no son blanco y negro; son a color y con buena resolución.
El objetivo de los terroristas no era solo matar. La evidencia es que maltrataron a los vivos y a los muertos de manera inconcebible. Palabras no lo podrán describir. Solo imagínense: los terroristas están mandando a los padres de los secuestrados israelíes los videos de sus hijos siendo asesinados brutalmente, desde el mismo celular de los asesinados.
Hamás destruyó la ilusión internacional de que el conflicto israelí-palestino es un conflicto «político» que se puede resolverse con un proceso diplomático de negociación. La justificación de sus actos brutales es de naturaleza religiosa. Su guerra es religiosa. Según las palabras de su líder, Mahmoud al-Zahar: «El universo entero estará bajo nuestra ley, y no habrá más judíos o cristianos en él». Este conflicto no trata de un territorio en disputa. La existencia judía y cristiana es la que está en disputa.
Durante siglos, el fuerte espíritu judío ha enfrentado poderosos imperios. Desde el control de los faraones egipcios hasta el poderío del imperio romano, el pueblo judío resistió. Hemos desafiado los oscuros días de la inquisición española y los horrores inimaginables del Holocausto. Nuestro espíritu permaneció inquebrantable. Contra viento y marea permanecimos firmes.
Hoy, nuevamente, el pueblo de Israel se ha unido con infinita solidaridad. Con hermandad patentada que solo un israelí podrá entender. En esta nueva prueba, como lo hemos hecho a lo largo de la historia, permaneceremos inquebrantables, demostrando que el espíritu del pueblo judío nunca se rinde, sin importar los desafíos que enfrentemos.