Albert Einstein escribió un sinnúmero de frases de reflexión, muchas de las cuales con el tiempo se han vuelto célebres y, aparte de que motivan, son usadas a veces como referentes para instruir en algunos aspectos de la vida. Entre las que se le atribuyen está la que se refiere a que no se debe hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes. Sin embargo, hay una en particular que a mí no me gusta, además de que creo que jamás debió haberla escrito. Es: «El problema del hombre no está en la bomba atómica, sino en su corazón». Una frase que más parece una justificación, porque, como todos sabemos, el papel de Einstein fue determinante en el desarrollo de la bomba atómica, misma con la que fueron aniquilados miles de seres inocentes en Nagasaki e Hiroshima, donde los desafortunados que quedaron en el centro de la explosión fueron literalmente pulverizados.
Al leer la referida frase nos podemos dar cuenta de que el científico sabía sobre la maldad que se aloja en el corazón humano, tanto como conocía los pasos a seguir para construir una bomba tan mortífera. Además, era completamente consciente de los devastadores efectos que esta tendría.
Partiendo de eso, se puede decir que Einstein, a pesar de haber aportado tanto conocimiento a la humanidad y de haber escrito tantas frases que hoy inspiran a muchos, tenía inteligencia, no así sabiduría. Porque de haberla tenido se habría dado cuenta de que era un error poner un arma tan destructiva en poder de los humanos, cuyas mentes inestables podrían, en un momento de ira o de locura, destruir el mundo entero.
Actitudes similares a las de Einstein se pueden encontrar en muchos personajes, tanto históricos como contemporáneos, que han desbordado en inteligencia sin dejar espacio en sus brillantes cerebros para un poco de sabiduría.
Hitler, por ejemplo, pudo perfectamente haber utilizado la capacidad que tenía de convencer a las multitudes para construir una Alemania grande, como la que decía soñar, pero no por medio de la invasión y la destrucción de otros pueblos ni el aniquilamiento de otras razas que ellos, por prejuicios infundados, consideraban inferiores; sino utilizando con una visión sabia y positiva las capacidades y la inteligencia de su gente y los recursos con los que la nación contaba. De esa manera, y con el apoyo incondicional que tenía, hubiese construido un gran país; pues es un hecho que si los alemanes lo acompañaron a la destrucción de su propio pueblo, perfectamente pudieron haberlo seguido en la consecución de cualquier otro objetivo.
Está claro que el problema que en esta situación se plantea está en el liderazgo, porque mientras un buen líder puede llevar a su país hacia algo parecido a un paraíso, por otro lado, un mal líder puede hundir a su nación en un infierno, que es exactamente lo que parecía la Alemania nazi al final de la Segunda Guerra Mundial.
Sin embargo, aquí, como en el párrafo introductorio, se siguen poniendo de manifiesto los mismos componentes: la inteligencia y la sabiduría, que dejan muy en claro que la primera no es nada si la segunda no la acompaña, que la inteligencia sin sabiduría es como un huérfano sin nadie que lo aconseje y lo guíe. Esto también deja claro que los pueblos deben buscar líderes que no solo sean inteligentes, sino también sabios.
Igualmente, los líderes deben saber que, del mismo modo que guían a sus pueblos, a su vez, deben dejarse guiar por la sabiduría y entender que la inteligencia, si bien es buena, sola no alcanza.
Aunque no soy, ni pretendo ser, un gran pensador, también escribo frases con el fin de mover a la meditación. Muchas de estas están contenidas en el libro «Sabias rimas y poemas» que, si Dios permite y se dan las condiciones, pronto podría ser publicado.
Como una muestra de ese trabajo les dejo las siguientes reflexiones de mi autoría, las que, además, están relacionadas con el tema que nos ocupa en este artículo:
«De nada sirve una existencia repleta de inteligencia, pero vacía de sabiduría» (sabia rima 23).
«Si pudiese escoger entre la gente, escogería a un sabio antes que a un inteligente» (sabia rima 76).
«Quien se expresa con una sabiduría que en su vida no aplica, es como campana que solo repica» (sabia rima 128).
«Si antes que la sabiduría cultivas la riqueza, tendrás la bolsa llena y vacía la cabeza» (sabia rima 214).