Cuando ARENA y el FMLN decidieron ponerle fin a su farsa de mostrarse enemigos —léase la firma de sus acuerdos de paz— para luego caminar tomados de la mano por 30 años, nunca tuvieron la más mínima intención de resolver la posguerra, de ejecutar programas de reinserción tanto de militares como de guerrilleros ni mucho menos atender la delincuencia.
Obviamente, sus verdaderos planes fueron enriquecerse con el dinero del pueblo; unos aprovechando el tráfico de influencias para incrementar el patrimonio personal y de sus empresas usando a sus títeres legislativos; y otros, que se convirtieron en los nuevos millonarios, dejaron los tatús y degustaron las mieles del poder.
Vieron también la oportunidad de embolsarse otros millones de dólares con sus agencias de seguridad, por lo que la violencia en contra del pueblo les quedó como anillo al dedo.
Ambos partidos financiaron a los grupos criminales y les otorgaron privilegios, a tal grado que les permitieron hasta poner funcionarios delincuentes en asuntos de seguridad, tal como consta en videos y audios.
ARENA allanó el camino del crecimiento de las pandillas y les permitió el tráfico de drogas; el FMLN las fortaleció, las enriqueció y las adiestró en polígonos de tiro en infraestructura militar para asesinar salvadoreños.
Ambos partidos las financiaron para que llegaran a tener mejor armamento que la misma Policía Nacional Civil, y les entregaron armas de uso privativo de la Fuerza Armada.
Ahora vemos los resultados. Los asesinatos y las desapariciones de trabajadores honrados siempre fueron motivo de fiesta para ARENA y el FMLN.
Este fin de semana, estos grupos criminales mostraron nuevamente que son expertos en sembrar caos, que no les importa lo que tengan que hacer para recuperar el poder y establecer el mismo Estado sangriento que tanto los enriqueció y activaron a sus «niños».
De paso, es lamentable el acuerpamiento de ciertos empresarios, algunos anclados en otros países, que seguramente estaban acostumbrados a manipular al sistema. Sin embargo, en su locura, no se dieron cuenta de que mostraron los rostros de todos los que están detrás de esta articulación asesina en contra del pueblo.
Plumíferos, que utilizando los medios de comunicación que financian personajes oscuros reaccionaron con notas, mensajes y sondeos en redes sociales.
Incluso, activaron a medios internacionales aliados en los que les permiten vociferar falsedades y destilar su odio contra el Gobierno del pueblo. Personajes de reputación conocida que se venden como «expertos» acompañaron los mensajes de políticos opositores y seudoperiodistas.
La mesa de la conspiración y del caos quedó al descubierto. ¿Creen que es coincidencia la articulación de algunos expresidentes prófugos, de empresarios rastreros, de ARENA, del FMLN, «El Faro», «Factum» y su activista periodista de las mafias, «Gato Encerrado», «LPG», «EDH», ONG aliadas nacionales e internacionales, ¿seudoopinólogos y seudoexpertos? No.
Fieles al estilo del Joker están sembrando el caos en un entorno que recuerda a este mundo agitado por las políticas perversas y el sinsentido de unos que se consideran líderes o influyentes, pero que no están a la altura de los nuevos tiempos y las nuevas formas de hacer política.
Estos agitadores y apologistas se niegan a permitir que el orden se reestablezca por el bien de los salvadoreños.
Pero una cosa es cierta: el presidente Nayib Bukele no descansará hasta terminar con ese nefasto proceder de los grupos criminales y de sus financistas, a quienes les tendrá que caer todo el peso de la ley. Y ya ha iniciado.
Y sé que el pueblo lo respalda. Los salvadoreños deben conocer quiénes son los causantes de tanta muerte y luto. Y deben saber que su Gobierno no permitirá que los personajes provenientes del bajo mundo, financiados por chequeras nacionales e internacionales, sigan causando daño a El Salvador.