Su madre, Esmely, fue bailarina, contorsionista y comediante de circo. Popularmente fue conocida como La chaparrita de oro. Su padre, Arístides Alfaro Samper, divirtió por generaciones a miles de niños (y adultos) con su famoso personaje de Chirajito. Su padrastro es el Flaco Frank (Frank Martínez) y su primo es Cocolito (Roberto Alfaro), pero siempre se ha referido a él como tío Cocolito.
Estar rodeado de tantos artistas, ver a su madre actuar, disfrutar una y otra vez con las funciones circenses, definitivamente marcaron la vida de Kevin Alfaro, el penúltimo hijo de Chirajito, y quien decidió seguir los pasos de su célebre padre.
Recuerda que cuando tenía seis años desbordó su pasión por el espectáculo y formó parte del grupo de comedia Los comediantes show, que había formado su madre. A esa edad realizaba presentaciones musicales.
«Comencé a hacer fonomímica de los polivoces. La Fiebre Amarilla tenía unas canciones, la de “Los compadres”, “Los piropos”, ese fue mi comienzo», comparte Kevin. Esta etapa musical duró hasta que cumplió 10 años.
Los comediantes se presentaban en plazas y parques públicos. Fue tras una función en San Salvador donde su padre, Chirajito, le heredó su nombre. Kevin rondaba los 13 años de edad e integraba un grupo de cinco personajes (Los comediantes show).
«Mi nombre artístico era Limoncito el payaso. Nosotros hacíamos shows en la plaza Barrios, en el parque Libertad. Una vez mi papá Arístides llegó y me dijo “¿Cómo te llamás de payaso?”. Limoncito, le dije. “No, te vas a llamar Chirajito, Chirajito Junior”. Él me bautizó con su nombre», recuerda.
«Estábamos haciendo una rutina cómica muy famosa en los circos que se llama “El batallón perdido en el desierto”, que trata de comedia, de ejército […] Entonces, él llego, me vio trabajar. Mi papá siempre que me miraba trabajar, lloraba. Él siempre se emocionaba. Antes de morir iba a hacer una gira de 200 presentaciones en El Salvador. Llegaron muchos medios y él delante de todos esos medios dijo: “Les presento a mi hijo Kevin Alfaro, Chirajito Junior, él es el heredero del nombre, y ahí me quedó el nombre artístico. Ni se me cruza por la cabeza cambiármelo», agrega.
Kevin nació el 14 de agosto de 1991. Dice tener una gran admiración por su papá y su tío Cocolito, aunque fue la influencia de su padrastro lo que hizo decir que no deseaba ser payaso, sino cómico.
«Yo no quería ser payaso, yo quería ser comediante porque la figura que yo tuve, que me crió y me enseñó, mi padrastro, es el Flaco Frank», admite.
Sin embargo, las dudas se disiparon en algún momento y decidió ataviarse y pintarse como payaso. Ya cumplió 32 años de vida y con decisión seguirá su carrera: «Mi mamá decidió salirse del circo para darnos una mejor vida a nosotros. Mis hermanos son estudiados gracias a mi mamá, pero a mí no me gustó el estudio. Sí me ponían a estudiar, pero yo iba a relajear, a bayunquear con mis compañeros. Yo quería ser comediante porque miraba al Flaco, yo lo admiro. Hasta la fecha es el único comediante en El Salvador, pero no sé cómo sucedió y finalicé siendo payaso», dice.
Además de Kevin, otro hijo de Chirajito, Rolando Alfaro, ha decidido ser payaso. Su personaje es El Cómico Trapito, tiene 56 años de vida y vive en Australia.
Dos nietos de Chirajito también siguen sus pasos: Emerson Ponce, Trompito, (quien vive en EE. UU.) y José Alfaro, El Cómico Josecito.
En su caminar por el espectáculo, Kevin conoció a Suyapa Osorto, con quien ha procreado dos hijos.
Mi esposa es de circo, era acróbata, bailarina, de todo. Nosotros tuvimos nuestro circo, El Circo de Chirajito. Lo guardamos en abril (2023), me puse mal de salud y casi me voy. Entonces, decidimos guardarlo un tiempo. Nos hemos dedicado más a los eventos y yo sí quiero que mis hijos estudien, tengo dos hijos, uno de nueve años y uno de diez meses. Y si les gusta el espectáculo, voy a sufrir lo que mi mamá sufrió.
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LAS ENSEÑANZAS DE CHIRAJITO
A nivel personal: «Que hay que ser buena persona y que la humildad nos va a llevar a muchos lados».
A nivel actoral: «A valorar el arte, a cuidar al payaso, por ejemplo, que ande maquillado y diga groserías. No fumar, si en dado caso fumara; no tomar, si en caso tomara. Valorar lo que a uno le cuesta años aprender y que no vamos a convertirlo en algo insignificante. A cuidar nuestro payaso, a invertir en nuestro payaso».
A nivel laboral: «Cuando estaba pequeño tenía un show que se llamaba Alvin y las ardillas, lo hacía solo. Él tenía las fiestas navideñas de una zapatería y me llevó a trabajar, y sí lo vi llorando. Llegaron a ofrecer comida, pero mi papá era bien estricto. Dijeron que si me daban un sándwich y él dijo “No. Él viene a trabajar, no a comer. Están pagando para trabajar, para comer no. Apréndase eso” y yo con una gran hambre. Ni modo, hay que aguantar, dije».