En este mes de algarabías, compras y abrazos que caracterizan la Navidad también celebramos el advenimiento del ser más extraordinario que vivió en esta tierra, anunciado su nacimiento desde tiempos antiguos por profetas como Isaías (9:6), que anunciaban que una virgen tendría un hijo y sería llamado admirable, consejero, Dios fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz, profecía que se cumplió 750 años después, confirmado en Lucas 1:31, cuando el ángel Gabriel se presentó ante María la Virgen y le dijo: «Y ahora concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús».
La Navidad es una época del año muy especial, para los niños son días de alegría y para los adultos son momentos de recuerdos y reuniones familiares. La palabra «Navidad» proviene del latín «natividad», que significa nacimiento.
Actualmente, la Navidad se celebra en muchos lugares y de formas muy distintas. En general, se aumenta el consumo de alimentos para las cenas familiares y de regalos para intercambios; otra costumbre es escuchar villancicos y destaca también la decoración y el alumbrado en calles y casas. La Navidad fue establecida el 25 de diciembre por la Iglesia católica en el año 350. En la Biblia, sin embargo, no se menciona el día exacto del nacimiento de Jesús, porque la celebración de la Navidad no formaba parte de las tradiciones cristianas, especialmente de la iglesia primitiva.
La Navidad, a pesar de que se considera una fiesta cristiana que celebra el nacimiento del Mesías, Salvador, también la celebran en el mundo poblaciones no cristianas, la ven solamente como una ocasión de reencuentro y reconciliación entre familiares y amigos cercanos. Los evangelios no precisan la fecha en la que nació Jesús ni dan indicios al respecto. También hay una polémica sobre si los cristianos deben celebrar la Navidad o no, que ha estado en discusión durante siglos, y una de las razones porque algunos cristianos no celebran la Navidad es por su origen pagano, ya que la relacionan con las fiestas saturnales romanas dedicadas al dios Saturno, lo cual hace que no tenga un fundamento cristiano, sino una tradición de los hombres, nada más.
Si bien es cierto que la celebración tiene un origen pagano, no podemos dejar de destacar que se asocia con el nacimiento del Salvador del Mundo en Belén, tampoco podemos evidenciar que no hay realmente una razón bíblica para no celebrar la Navidad, a fin de cuentas, celebrarla o no es una decisión más personal. Como en todo, debemos pedir sabiduría a Aquel que la otorga liberalmente a aquellos que la buscan.
Para el cristianismo, la Navidad es el día en el que se celebra el nacimiento de Jesucristo, quien salvó a la humanidad del pecado original, con su sacrificio, muerte en la cruz y su resurrección, lo cual marcó un antes y un después en la historia humana. Durante esta época millones de personas son movidas en sus sentimientos como en ninguna época del año, que aún gobiernos ateos celebran la Navidad. Cristo vivió la vida más extraordinaria que otro ser humano haya vivido en esta tierra, su muerte y el juicio en su contra fue el más vil y traicionero que la historia de la humanidad haya conocido.
La Biblia nos muestra que es en la persona de Cristo la única forma de enfrentar los problemas y los desafíos de la vida. El hombre cuando está sin Cristo busca resolver sus conflictos y angustias en el alcohol, las drogas, la inmoralidad y nunca encuentra la paz en su corazón, porque está en guerra consigo mismo. La historia humana es una historia de guerras y conflictos, el mundo no conoce la paz porque hay guerra en el corazón del hombre. El mundo dice «yo creo en Dios», pero ¿a cuál Dios seguimos? A los astros, a los espíritus o a los ídolos, como los ricos y famosos, artistas, cantantes, estrellas de cine, futbolistas. ¿O crees en el Dios de la Biblia? El que nos creó del polvo de la tierra y nos hizo a su semejanza. Lucas 2:14 dice: «Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres». Al fin venía un ser fuera de esta tierra que nos traería paz y reconciliara a Dios con los hombres, justificados por la fe.
Esto significa que el mejor regalo que Dios nos dio con el nacimiento de Jesús, su vida, su muerte en la cruz y su resurrección, es la salvación para el hombre y esta solo se puede obtener con el derramamiento de sangre en la cruz por Cristo. La salvación no se encuentra en las iglesias, en ninguna virgen ni santos, solo en la persona de Cristo Jesús, porque no hay otro mediador entre Dios y hombres, solo Jesucristo. Él dijo: «Yo soy el camino, la verdad y la vida». Si no tenemos a Cristo, vivimos en una mentira y nunca tendremos la vida eterna.