Los verdaderos demócratas cristianos decidieron dar vuelta a la página el 16 de octubre pasado, cuando eligieron a las nuevas autoridades de nuestro instituto político, en una fiesta cívica desarrollada en los 14 departamentos del país.
El Partido Demócrata Cristiano venía de duras derrotas electorales, perdiendo militantes, debilitando su estructura, descuidando a sus bases hasta carecer de posiciones propias. Su voz, como fuerza política, ya no era escuchada.
La argolla que mantuvo secuestrado al partido lo volvió irrelevante, desgastado, dividido y sin capacidad para generar ideas. Lo único que se escuchaba era vociferar a una persona, que se había plegado a la oposición absurda e inconsciente imponiendo sus intereses a los de todo un pueblo.
Hizo perder el rumbo de un partido que ha sido grande y lo convirtió en una nave de mercaderes al servicio del poder. Ya no había diálogo, solo una oposición ciega. Y el partido solo era su persona.
Sin embargo, nuestra gran familia demócrata cristiana cerró los portones a la corrupción de esa argolla, que solo se sirvió del partido para engrosar su bolsillo. Y desde el momento de la consolidación de los resultados de nuestras elecciones internas, hemos iniciado ya el camino de la rectificación y la recuperación de nuestra identidad: demócratas cristianos al servicio de una nación.
Un rumbo hacia un partido fuerte, creíble, que genere confianza y que esté al servicio de los grandes anhelos de la patria, de nuestra gente.
La nueva Democracia Cristiana no está para ser una minoría ni una minoría dirimente ni tampoco una minoría subordinada a hacer lo que otros decidan, a votar lo que otros dicen que tenemos que votar.
La nueva Democracia Cristiana será capaz de liderar colaborativamente y construir mayorías consistentes, con un proyecto que plantearle al país, capaz de dar gobernabilidad. Construir esta mayoría es nuestra tarea y nuestra misión. Es un camino largo y difícil, pero somos capaces de lograrlo.
Estoy convencido de que dialogar no es favorecer a la contraparte, sino favorecer al diálogo. Solo podemos defender nuestros puntos de vista si hay debate y discusión. De nada sirve cerrar la puerta antes del debate. Creemos que en esto la oposición se ha equivocado rotundamente por sus ansias de recuperar el poder a toda costa.
Nuestro partido será sinónimo de cambio profundo, el instrumento para avanzar a un nuevo modelo de desarrollo, que se construye sobre la base de la confianza, del diálogo, de la gobernabilidad que dé certeza y tranquilidad, pero, sobre todo, capaz de ser nuevamente el partido de la esperanza. Unidos todo es posible.
Nos hemos propuesto recuperar la relevancia política de la Democracia Cristiana, siempre con la convicción de defender a los sin voz y haciendo del partido un instrumento de cambio que busca resolver los problemas concretos que agobian a nuestros hermanos salvadoreños.
Puedo garantizar que lo lograremos, porque confío en Dios, en nuestros militantes, confío en que conformaremos un equipo formidable, como ya lo estamos haciendo: gente comprometida con la vida, con nuestra gente, con nuestro país.
Hoy, podemos dar este paso como nos gusta a los demócratas cristianos: no por la fuerza y sí por los caminos institucionales, mediante la participación y con las armas de la democracia.
Tenemos gigantescos desafíos políticos, desafíos de proyecto país y desafíos electorales que superar. Y por eso estamos consolidando nuestro equipo, nuestras estructuras, buscando los mejores perfiles de profesionales que tengan la misma visión democrática cristiana.
Prueba de esto es que ya hemos dado la bienvenida a dos excelentes profesionales que estoy seguro de que serán guerreros en la consecución de nuestros ideales, y que juntos construiremos los caminos del futuro para alcanzar el horizonte que definimos desde la política para servir a El Salvador.
Este partido está de pie de nuevo y estará presente en todos los momentos claves del país, porque pondremos los principios al principio y porque lo que nos caracteriza es unir «política y espíritu».
Esta nueva Democracia Cristiana no será una minoría. Está para grandes cosas. Estoy seguro de que lo lograremos, con la ayuda de Dios, de nuestra militancia y de nuestro país.