«10 Entonces dijo Moisés a Jehová: ¡Ay, Señor! yo no soy de palabras elocuentes, ni de antes, ni aún desde que tú hablas a tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua.
11 Y Jehová le respondió: ¿Quién dio la boca al hombre? ¿O quién hizo al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo Jehová?
12 Ahora, pues, ve, que yo seré con tu boca, y te enseñaré lo que has de decir» (Éxodo 4:10-12).
El presidente más joven de América Latina, un joven de 37 años que con una corta vida política decidió enfrentar el reto más grande de su vida: sacar a su país y a su pueblo de décadas de pobreza, desigualdad, corrupción y violencia.
No debió ser una decisión fácil de tomar para el joven Nayib Bukele; esto me recuerda a Moisés, quien fue escogido por Dios para ir y sacar al pueblo de Israel de la esclavitud. Israel era un pueblo muy trabajador, pero sumido bajo el yugo de los egipcios que nunca les permitirían progresar como pueblo; al contrario, solo los usarían para engrandecerse y enriquecerse a costa del trabajo hebreo.
¿Cuántos años mi pueblo ha sufrido el látigo de corruptos que se han enriquecido con el sudor de un pueblo noble y trabajador?, pero a toda injusticia Dios le prepara un libertador; por supuesto que el faraón se opuso y el imperio financiero egipcio fue reacio a dejar ir a los israelitas a una mejor vida. Es normal que quienes te han tenido con el pie en el cuello reaccionen ante un eventual cambio de vida del pueblo trabajador.
La lucha de Moisés no fue fácil, es más, Dios tuvo que mandar plagas terribles a Egipto hasta que al fin fueron libres y comenzaron una peregrinación de 40 años hasta que entraron a la tierra prometida, una tierra que debieron conquistar.
El Salvador salió ya de una época oscura y cruel donde el grande pisoteaba al pequeño y las oportunidades eran nulas para un pueblo soñador.
Estamos en el desierto rumbo a una tierra prometida que tomará años conquistar, no será en un quinquenio ni en dos, porque lo que tomó años destruir, deberá tomar de la misma manera años para reparar.
Lo que sí es importante recordar es que en medio de ese gran pueblo que salió de Egipto rumbo a la tierra prometida iban personas que en algún momento del camino se volvieron en contra de Moisés y trataron de darle un golpe de Estado, personas con máscaras que Dios se encargó de descubrir y avergonzar.
Dios ama a nuestro país que orgullosamente lleva su nombre y tiene planes de bien para los años venideros. Dios apartará y desenmascarará a los hipócritas, los desleales, los conspiradores, y será una nueva generación sin maldad la que Dios posicionará.
Dios le dijo a Moisés: «Ahora pues, ve, que yo seré con tu boca, y te enseñaré lo que has de decir».
Dios llene de sabiduría cada día más a nuestro presidente para seguir dirigiendo a nuestro país bajo la dirección y la guía de él, así como a todos los alcaldes, diputados, miembros de todos los poderes del Estado para caminar bajo una misma visión, darle a nuestro pueblo una tierra prometida, una tierra que no será fácil de conquistar, pero si Dios está con nosotros, ¿quién contra nosotros?
Dios fue la nube en el desierto, Dios fue el fuego por las noches, Dios fue el proveedor, Dios fue el que les dio las leyes bajo las cuales caminaron. Nuevas leyes Dios mandará para nuestro país, y es lógico que los que se opongan, serán aquellos que no quieren un bien común, sino solo beneficios propios. Pero Dios que conoce las intenciones del corazón los avergonzará.
Quiero cerrar escribiendo lo siguiente: Josué 1:8: Este libro de la ley nunca se apartará de tu boca, sino que de día y de noche meditarás en él para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino y todo te saldrá bien.
Aquí está la llave para entrar a la tierra prometida: siempre honrar a Dios y su palabra.