Todas las tardes, de lunes a viernes, esta joven de Mejicanos se pone las pilas y activa su vibra más positiva para alegrar la tarde de miles de televidentes en El Salvador. Esto, después de haber pasado parte de la mañana y el mediodía tras los micrófonos de una de las radios más importantes del país. Pero, para Flor Landaverde, lo más importante es que estas dos ventanas en medios de comunicación le permiten demostrar la capacidad que tienen las jóvenes.
La carrera de Flor Landaverde comenzó en su adolescencia, cuando integró compañías y grupos de baile. Luego tuvo la oportunidad de iniciar en televisión en Noticias 4 Visión y tuvo sus primeros momentos en radio. Sin embargo, actualmente, es parte del elenco del programa juvenil Buena Onda y de la Radio Scan, dos espacios en los que hace lo que ama y para lo que estudia, ya que continúa su carrera universitaria en comunicaciones.
«Siempre he luchado y me ha tocado abrirme paso solita. Hay un estigma en los medios de comunicación de que no podés tener un espacio si no sos amigo o amiga de alguien importante. En mi caso, toda la vida tuve que luchar por demostrar que soy capaz de hacer las cosas y, por eso, siempre he dicho que yo no quiero que me cuenteen, sino que me reconozcan por mi trabajo y por mis capacidades. Siempre odié que me dijeran: “Ay, la niña se ve bien linda en televisión”, porque quiero destacar por lo que sé hacer y no solo por mi físico», comenta.
Para Flor, vivir en Mejicanos, en la coloniza Zacamil, también ha sido otro estigma que la ha perseguido constantemente. Sin embargo, asegura que es feliz, está orgullosa de sus raíces y no le teme a las reacciones que puedan causar cuando abiertamente dice dónde reside. Para ella, no se trata de dónde vive una persona, sino de la calidad humana que tenga una persona, y comenta que es algo que ha aprendido en Mejicanos.
«A mí no me da pena decir que soy de Mejicanos, de la Zacamil. La gente piensa que los que salimos en la televisión vivimos solo en zonas exclusivas. Para nada. Somos personas normales, que tenemos problemas normales como todos los demás. Yo convivo con la gente de mi colonia y, muchas veces, en esas pláticas tengo ideas que aporto para el programa en la radio. Algunos de ellos [vecinos] incluso me han expresado su admiración y apoyo a lo que hago y eso me reconforta», dice.
Como parte del elenco de un programa juvenil, Landaverde también se ha enfrentado al estigma que existe sobre esos programas, a los cuales muchas veces se les cataloga de carentes de contenido importante. En su experiencia, la joven asegura que se puede combinar el entretenimiento con el conocimiento y que ella, como profesional de las comunicaciones, no descuida su preparación intelectual a pesar de estar en un programa con una temática más relajada.
«La gente piensa que en los programas juveniles no hacemos nada serio o no nos preparamos, pero no es así. En estos días, en el programa hemos hablado sobre lo que sucede en Ucrania y, para eso, he tenido que leer noticias, prepararme, empaparme de información. No solo se trata de salir y poner la cara sonriente. Hay que prepararse, hay que tener claro el contenido y no solo llegar a hablar locuras, porque nuestro trabajo también es serio», asegura.
«Tengo el sueño de trabajar algún día para un medio internacional. Sé que es difícil y que aún tengo camino por recorrer. Por ahora, estoy enfocada en demostrar con mi trabajo que las mujeres jóvenes en El Salvador no solo somos rostros bonitos para la televisión, sino que también podemos aportar algo a la sociedad y demostrar que tenemos capacidades por las cuales también debemos ser reconocidas», agregó.