Las fuerzas de seguridad de El Salvador han acorralado a los pandilleros y han llevado a desesperarlos para que abandonen sus escondites donde han permanecido para no ser alcanzados por el régimen de excepción.
Las tropas desplegadas en todo el territorio entre los que destacan el Comando de Fuerzas Especiales, junto a unidades élite especializadas de la Policía Nacional Civil (PNC) están golpeando fuertemente las estructuras terroristas con el fin de extinguirlas.
Un informe de la Presidencia de la República destaca que «las tropas del Gobierno del Presidente Nayib Bukele que permanecen en diferentes zonas del país, están limpiando las comunidades que históricamente eran peligrosas por la incidencia de pandilleros terroristas».
Se destaca que «los criminales intentan desesperadamente huir para no ser llevados ante la justicia y responder por los delitos que han cometido. Los terroristas han sido sorprendidos escondidos dentro de pilas con agua, en el interior de muebles, en copas de árboles, en cuevas, en casas abandonadas y hasta en campamentos clandestinos en zonas boscosas del país».
Desde que el Gobierno instauró en el país el régimen de excepción, el 27 de marzo de 2022, las autoridades han sorprendido a terroristas tratando de eludir los operativos e incursiones utilizando diversas estrategias delictivas que fueron desbaratadas.
Los mareros han intentado borrar sus tatuajes que es la principal evidencia de pertenencia a una pandilla y que automáticamente les hace acreedores del delito de agrupaciones ilícitas reformado el 30 de marzo de 2022.
La modificación al Código Penal establece que la pertenencia a una pandilla será tipificada como agrupaciones ilícitas con una prisión de 20 a 30 años, además, impone un castigo de 40 y 45 años de cárcel para los creadores, organizadores, jefes, dirigentes, financistas o cabecillas.
De ahí que los mareros han buscado ocultar sus tatuajes de pandillas con otros artísticos, otros buscaron asumir roles de falsos pastores evangélicos o vigilantes.
Uno de los hechos más recientes ocurrió el pasado martes cuando las autoridades policiales detectaron que un pandillero reclamado por homicidio y otros ilícitos fue descubierto en el interior de un ataúd que era transportado sobre el techo de un vehículo en la carretera a Chalchuapa, en el departamento de Santa Ana.
El marero intentaba llegar a la frontera San Cristóbal y radicarse en Guatemala para no ser sometido al régimen de excepción.
En la guerra contra las pandillas, policías y militares han detenido a más de 61,500 pandilleros y colaboradores, entre ellos hay 900 cabecillas. La última estrategia para cerrar las rutas de escapa fue los cercos de seguridad instalados en Soyapango el pasado 3 de diciembre y en las comunidades Tutunichapa y La Granjita, el 24 del mismo mes.
«El Régimen de Excepción ha demostrado con números, la libertad que siente nuestra población de poder moverse de un lado a otro, incluso las métricas de las aplicaciones sobre la movilidad de El Salvador, todas han tenido un gran incremento», dijo el pasado miércoles el ministro de Justicia y Seguridad Gustavo Villatoro.
Mientras que el informe de la Presidencia resalta que «las tropas y los contingentes policiales se mantienen en zonas que eran consideradas peligrosas para capturar a los terroristas que se esconden. El resultado del Plan Control Territorial y el régimen de excepción encaminan al país a ser el más seguro del continente americano».