Acostumbrado a llenar estadios con decenas de miles de fanáticos gritando en todo el mundo, Paul McCartney subió al escenario de un pequeño local de música en la capital de Brasil el martes por la noche para una actuación especial con un público íntimo y extasiado de 300 personas.
En un espacio comparable al famoso Cavern Club de Liverpool donde los Beatles comenzaron su carrera, McCartney, de 81 años, interpretó un set de 22 canciones que incluyó éxitos del grupo y de su carrera en solitario a pesar del intenso calor.
«Fue como ganarse la lotería sin haber comprado un boleto», dijo la funcionaria Amanda Cardoso, de 33 años, al entrar al concierto anunciado en el último momento.
«Ya había vivido momentos que pensé que nunca podrían ser superados, pero ayer pude ver a mi mayor icono musical a solo un metro de mí, interactuando conmigo en varios momentos en un lugar que se transformó en el Cavern Club por una hora y 40 minutos», dijo.
McCartney anunció en las redes sociales el martes por la mañana que tocaría ese mismo día en el Clube do Choro para celebrar la llegada de su gira «Got Back» a Brasil, y enfatizó que las entradas serían «extremadamente limitadas».
La opción de compra de entradas sólo se liberó a quienes ya habían adquirido localidades para su actuación prevista para el jueves en el estadio Mané Garrincha. Las entradas con un precio de entre 200 reales (41 dólares) y 400 reales (82 dólares), mucho más bajas que la mayoría de las de la gira, se agotaron en apenas unos minutos.
Los que lograron comprar entradas recibieron pulseras para el concierto. A su llegada, los organizadores del evento sellaron los teléfonos móviles y cámaras de los aficionados para evitar que se grabaran imágenes. Quien no cumpliera sería expulsado del lugar por seguridad.
La gira «Got Back» de McCartney pasará por las ciudades de Brasilia, Belo Horizonte, Sao Paulo, Curitiba y Río de Janeiro durante las próximas dos semanas.
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