El Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer es un buen momento para reflexionar sobre nuestras opciones como sociedad, el camino avanzado y lo que nos falta por recorrer. Uno de los pequeños grandes cambios que debemos impulsar es eliminar las restricciones mentales para el desarrollo de las mujeres, porque ese es el primer ejercicio de violencia contra un ser humano.
Frenar las aspiraciones, los deseos o los intereses de una persona en función de su género no tiene ninguna explicación lógica ni argumento que lo respalde. Pero la historia nos demuestra lo contrario y dejó reservadas para los hombres áreas completas del saber humano. Así, era impensable que hubiera mujeres que se dedicaron a la medicina. La ciencia, de modo general, estuvo vedada a la participación femenina. Incluso grandes científicos vieron con malos ojos a sus colegas o no las tomaban en serio.
En la Polonia sometida a Rusia del siglo XIX, una mujer emigró a Francia, empezó a trabajar y se matriculó en la universidad. Aprendió el idioma y se graduó, con notas extraordinarias, de las carreras de Física y Matemática. Dejó atrás su nombre polaco, Maria Salomea Sklodowska, y al casarse adoptó el apellido de su esposo, con el que fue conocida mundialmente. Marie Curie fue la primera mujer que obtuvo un Premio Nobel y lo ganó dos veces, una proeza que solo cuatro personas han logrado en la historia (los otros tres son hombres).
En eso debemos pensar cuando oímos a alguien decirle a una niña que «no puede» aspirar a tener una profesión por ser mujer. O que las mujeres solo pueden dedicarse a la cocina o a atender un hogar y deben renunciar a una carrera o a un oficio «de hombres».
La mayor violencia contra una mujer es arrebatarle la vida por el mero hecho de ser mujer, pero también es violencia impedir su desarrollo pleno por lastres culturales. Tenemos a mujeres que pilotan helicópteros de la Fuerza Armada, que dirigen empresas, que han lanzado emprendimientos exitosos, que sirven en los hospitales o en talleres de mecánica automotriz. No hay límites.
Como sociedad debemos reconocer que hemos logrado avances, pero también que nos hace falta camino por recorrer. Gracias al Plan Control Territorial disminuyeron considerablemente los crímenes violentos, incluyendo los feminicidios, pero no se han erradicado.
Desde nuestro espacio debemos ser inflexibles con las expresiones de violencia hacia la mujer. No se puede permitir que el germen de la violencia eche raíces, por muy pequeñas que sean. De entrada, debe ser erradicado, en aras de una sociedad más pacífica e igualitaria.