Se asocia a las empresas calificadoras de riesgo con el entorno de la estabilidad financiera de un país o de una empresa. Ellas juzgan la solvencia del emisor, ya que determinan las variables como la deuda acumulada o la inestabilidad financiera. Muchos analistas en El Salvador consideran que esa opinión es infalible, «ex catedra» en lo que se refiere al grado de inversión.
Las calificadoras más conocidas son Fitch Ratings, Standard & Poor’s y Moody’s. Sin embargo, estas calificadoras tienen techo de cristal, no tienen un historial tan exitoso como muchos creen. En 2008, sus análisis incorrectos contribuyeron en profundizar la crisis subprime, que desató la mayor hecatombe económica después de la Gran Depresión de 1929. Las calificadoras no advirtieron el riesgo precrisis y continuaron otorgando altas calificaciones triple AAA a hipotecas basura. Calificaron al banco Lehman Brothers con buenos términos, a solo días de su quiebra definitiva.
En otro ámbito, a cuatro días de declarar el capítulo 11, calificaron muy bien a la compañía Enron, de Houston. Engañando así a sus clientes, quienes perdieron $11,000 millones. Se culpó a los auditores y evaluadores por negligencia. Así mismo, cometieron fallas parecidas con las agencias de bienes raíces semiestatales Freddie Mac y Fannie Mae, que también quebraron. Como resultado de tales desastres, se desprestigiaron ampliamente, generando desconfianza en los usuarios e inversionistas.
Los reportes sobre el papel que jugaron las calificadoras durante la crisis subprime abundan en los medios de la época. Recientemente, el 30 de julio, Moody’s descalificó a El Salvador a la baja de Ba3 a Caa1 con carácter especulativo, afectando la rentabilidad de los bonos soberanos en el mercado y dificultando las necesarias emisiones nuevas de Cetes y Letes. El reporte lo justifica al referirse a la carga de amortización a corto plazo por $1,200 millones a diciembre de 2021. Así como, el pago de $800 millones por la emisión de Cetes a enero de 2023.
Recientemente, Moody’s mostró un sesgo político al calificar anticipadamente como negativo el anuncio de la reforma a la Constitución hecha por el GOES. Emite juicio sin definir los factores que inciden en la calificación por las reformas que no eran todavía conocidas. La noticia fue replicada por Bloomberg.
El pasado 16 de agosto, Fitch Ratings sigue la tendencia de Moody’s, y habla de riesgos reglamentarios y operativos relacionados con la adopción del bitcóin. Aduce que las empresas de seguros posiblemente tendrán problemas por la volatilidad. Dice además: todavía está pendiente aplicar regulaciones al bitcóin a escala mundial. Tal cosa simplemente no es cierta. Ya los bancos centrales que habían presionado por su regulación implementaron sus propias monedas cripto fiat híbridos (CBDC). No hay ahora razón para creer que la continua introducción de CBDC pueda volver al bitcóin u otras criptomonedas sistémicas obsoletas. Más bien, se opina que las ha reforzado.
El sistema bitcóin no es regulado, intervenido, ni controlado por ningún Estado. Funciona libre por su propia fuerza de mercado. Es de tomar en cuenta la reciente presentación del GOES que detalla las «Perspectivas de alto crecimiento de la economía salvadoreña». También detalla no solo un crecimiento del 9 % para 2021, y describe los pilares que lo sostienen. Incluye un fuerte repunte de las exportaciones. Es claro que parte del crecimiento es la recuperación que ocurre después de la contracción económica por razón de la COVID-19. Pero igual, el crecimiento aludido por el BCR es sobre la presente cifra PIB, lo que indica que habrá un nuevo referente de comparación con el actual nivel de deuda pública. Por tanto, esta proporción porcentual de deuda disminuirá. Esta perspectiva contradice el diagnóstico negativo de Moody’s.
Para nadie es desconocido que El Salvador tiene debilidades crediticias, por déficit presupuestario y una costosa amortización de deuda pública. Pero de allí, a llegar a una situación de impago o default como algunos detractores estiman, es una exagerada subestimación de la realidad financiera del país. No obstante, lo observado sobre las calificadoras de riesgo, se reconoce su importancia y potencial aporte. Se espera de ellas una actitud menos politizada, basada en objetividad y ética profesional.
Por otra parte, la referida declaración hecha por el GOES está claramente reforzada por el reporte del Banco de America (BofA) y de Merrill Lynch. Ni más ni menos que el segundo banco más grande de EE. UU. y el mayor bróker de mercado. Son categóricos en opinar que El Salvador lleva un crecimiento positivo en su economía, que estiman en 12 % para 2021, muy por encima del estimado oficial, de 9 %.
Dice, además, que las objeciones de entorpecimiento potencial por la Ley Bitcóin no han sido obstáculo para la continuación de la negociación con el FMI. Especialmente, si se toma en consideración el reciente donativo del FMI de $400 millones en DEGS, para mejorar la liquidez y la solvencia presupuestaria.
El problema con el reporte de Moody’s es la tendenciosidad anticipada. El reporte, sin duda, afecta la perspectiva de los bonos soberanos; pero no olvidemos que estos fueron emitidos con una alta tasa de rendimiento de 9.5 %, muy superior a muchos otros bonos en el mercado. Seguirán siendo muy atractivos. Muchos de ellos fueron además colocados a largo plazo hasta 2052. Por naturaleza fluctuarán en alza y baja muchas veces antes de esa fecha.