Así como una mariposa se transforma, Flor Nuila lo ha hecho a lo largo de su vida.
De niña, con apenas cuatro años, recuerda que acompañaba a su madre, quien era profesora y costurera. Mientras la mamá daba clases, ella jugaba con hilo y aguja.
De grande aprendió muy bien la costura, al punto que ella confecciona toda la ropa que usa. Confiesa que va a tiendas y busca las telas más coloridas y al hacerlo así asume con convicción, como identidad propia, la explosión de colores que también plasma en sus cuadros.
Siendo todo luz, en el 2011 empezó a dar una cátedra y talleres de arte en la Universidad Salvadoreña Alberto Masferrer. También es tallerista de arte en el Colegio Maya. «Yo quisiera dedicarme solo a pintar», expresa, pero también reconoce que una de sus tareas es enseñar arte a todo el que desee.
De todas las mariposas, su preferida es la «morpho azul», con alas iridiscentes en variados tonos de azul, bordes marrones y motas blancas. Siempre hay alguna en sus cuadros, aunque también las pinta multicolores.
Una de sus series recientes incluye gallos y caballos. Algunas plumas son azules, mientras que la figura del caballo es totalmente una paleta de azules; la crin y las correas en la cabeza del animal combinan el azul y negro. «Los caballos es un sentimiento particular por los ojos. Me enfoco mucho cuando los pinto y me detengo en los ojos porque, la inteligencia de ellos, el lenguaje de ellos está en los ojos y así se puede conectar con ellos».