Los logros en seguridad del presidente Nayib Bukele han sido tan grandes que desde muchas partes del planeta reconocen que ahora El Salvador es el país más seguro del mundo.
Recientemente, encuestas realizadas en diversos países revelan que sus ciudadanos ansían tener a un presidente como Nayib Bukele en lugar de los mandatarios que los gobiernan y que, por el contrario, tienen bajísimos niveles de aceptación debido a sus fracasos y políticas fallidas, como Gustavo Petro, en Colombia, y Gabriel Boric, en Chile.
Ya surgieron candidatos que intentan replicar el estilo del presidente Bukele o quieren retomar algunas de sus políticas de seguridad, así aspiren a gobernar ciudades o países enteros.
Lo cierto es que la guerra contra las pandillas dio resultado solo después de que el Estado se volcó de manera frontal y unida en contra de los delincuentes, que habían sido protegidos por los gobiernos de ARENA y del FMLN.
El Centro para el Combate del Terrorismo (Cecot) es una cárcel que se ha convertido en referente para el manejo de criminales, evitando que puedan continuar dirigiendo a grupos en el exterior, además de ser un castigo eficaz en contra de criminales que causaron mucho daño a la sociedad.
Y han sido estos logros para reducir y casi eliminar la inseguridad los que han potenciado a El Salvador como destino turístico, a tal punto de ser el cuarto en crecimiento a escala mundial, algo que es reconocido por la Organización Mundial del Turismo y por la banca internacional, que destaca la oportunidad de inversión que ahora es el país.
Todos estos éxitos preocupan a los promotores del viejo sistema político internacional, quienes ven en el presidente Bukele un peligro, pues con sus acciones demuestran que las decadentes fórmulas de los organismos internacionales son ineficaces.
Por eso no es de extrañar que haya voces que señalan al presidente Bukele de dictador y violador de los derechos humanos, aunque la realidad demuestra que la popularidad del mandatario se basa en el apoyo democrático de la población y que la defensa de la vida de los ciudadanos es la mejor carta de presentación, más allá de cualquier estudio de cualquier ONG de financistas oscuros.
Agustín Laje, un político argentino, sostiene que el presidente Bukele es objeto de un asedio propagandístico de carácter internacional, con una clara agenda globalista en su contra, por demostrar que los pueblos pueden superar sus problemas si realmente siguen su camino y no las recetas de los poderosos.