No hay salvadoreño que viva con más intensidad el flamenco que él. Lo escribe, lo canta, lo respira y lo ve como una misión de su ser.
Cuando define el flamenco no hay duda que tiene alma gitana y que no necesitó nacer en el sur de España, en Andalucía, para llevarlo en los poros. Así es Yeye Gálvez, el salvadoreño que ha decidido hacer crecer el amor y el gusto por el flamenco en El Salvador.
El artista de 34 años ha vivido los últimos 12 persiguiendo ese fin y ha logrado avances, comenzando por él, quién ya es un referente del género en el país.
Desde pequeño, el entonces Francisco Armando Gálvez Villacorta siempre tuvo música en casa. Ambos padres eran activos en el servicio de canto en la iglesia. Eso le afinó el oído musical y pronto se integró también para cantar alabanzas.
No tardó mucho para darse cuenta que tenía conexión espiritual con la música y una sensibilidad que iba más allá del resto. También se dio cuenta que sus gustos musicales eran diferentes, no le atraía el pop, sino el blues, el jazz y el R&B.
En esos años de formación empírica nunca hubo preocupación por la técnica, sino por la interpretación, esa que hacía que a quien lo escuchara se le enchinara la piel.
«Mi conexión con la música es más espiritual en un sentido amplio porque, para mí, cuando la música conecta con la gente allí es que hay algo inexplicable», explica Yeye.
Francisco, además de su amor por la música desde muy chico, aprendió a ser sostén de su casa como vendedor ambulante. Aquellos años los recuerda como parte de la formación de vida que lo ha llevado a donde está ahora, que lo mantuvo y que lo mantiene persistiendo con su arte, el flamenco.
Pero ¿cómo un salvadoreño conecta tan fuerte con el flamenco? «Uno de mis amigos viajó a España y con él nos entendíamos con cosas de flamenco y me compartió música y yo conecté. Desde allí encontré mi pasión por el flamenco. Entré al tema, hicimos un grupo en su momento y, luego, yo decidí hacer un grupo aparte y fundé Alma Flamenca en 2010», comparte.
Francisco identificó no solo un género musical que le apasionaba y que lo representaba por ser «de mucha resistencia, que representa a la gente, es un folclor», sino también por ser una forma de vida.
Alma Flamenca la conformaron Rigoberto Reyes, Manolo Chacón, Levi Reyes y Francisco. Este último empezó a tocar puertas, tomó su talento y simpatía para abrirse un espacio. Se presentaron en restaurantes, centros comerciales y espacios culturales durante los siguientes siete años.
El grupo creó familia entre ellos y aunque por asuntos personales tres de los cuatro integrantes buscaron otro rumbo profesional, siempre acuden cuando Francisco los convoca para hacer música.
«El flamenco es honesto»
En una ocasión, en la playa, hizo una presentación. Tocó una canción que los lugareños coreaban «yeye, yeye, yeye» (quienes lo veían con frecuencia por su afición al surf) y rápido hizo eco aquel coro e inmediatamente lo bautizaron como Yeye. A él le gustó y se apropió del estribillo para convertirlo en su nombre artístico.
Por más 12 años, Yeye se dedicó a dejar fluir en él todo lo que el flamenco representa y aporta. Desde que siguió su camino en solitario, sin Alma Flamenca, vivió más de un año con una comunidad gitana en Guatemala para entender la idiosincrasia de este género. Viajó a Panamá también para estudiar.
«En Andalucía, el flamenco lo hace la gente en la calle, es el diario vivir. Yo me conecté con la cultura gitana, me fui a vivir a Guatemala. Compartí con ellos y para ellos representa levantarse en la mañana y estar cocinando y estar bailando. Eso me ayudó a tener la oportunidad de beber de la fuente», relata.
¿Entonces, el flamenco es como fiesta perenne y como un canto cotidiano? «Sí, uno se levanta flamenco, come flamenco, se ducha flamenco, todo el tiempo». [ríe]
¿Qué más es el flamenco? «Una música que le da la oportunidad a uno que cuando uno la hace pueda canalizar emociones muy fuertes. En la cultura latina si estás triste la respuesta es que no estés triste, baila o sonríe, pero en estas culturas son gente que, si está triste, entonces haga arte con eso, con la pena, con el dolor, con las vivencias de la vida. El flamenco es honesto. Por eso si usted se expone a un concierto de flamenco se le enchina la piel, porque los artistas cuando están en el escenario están dándolo todo. No es el pop que el artista puede ponerse un tipo de ropa y proyecta. En el flamenco no, el artista se ponga lo que se ponga si cuando abre la boca, cuando toca la guitarra, o cuando hace un zapateo la gente no se le enchina la piel entonces eso no es arte», responde Yeye sin tomar aire.
Esa misma efusividad es la que ha logrado que el género sea reconocido, apoyado y buscado por los salvadoreños. De hecho, en el marco del Día Internacional del Flamenco, que se celebra el 16 de noviembre a partir de la declaratoria de Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO, el Centro Cultural de España en El Salvador celebró la fecha el 18 de noviembre con un concierto del mismo Yeye, junto a la bailaora flamenca Eileen Fink, conocida como La Caramelo Fink, Levi Reyes (en la guitarra) y Manolo Chacón (en el cajón flamenco). El evento también contó con la presencia del embajador de España en El Salvador, Carlos de la Morena.
El futuro está lleno de proyectos para Yeye, quien tiene planeado un disco de flamenco con 12 canciones que ya están escritas para continuar difundiéndolo en el país mediante su estudio de música y baile Pasión Flamenca.
«En Centroamérica está más desarrollado el flamenco, pero quiero que eso pase en El Salvador. Si a mí me toca hacer ese aporte sociocultural lo voy a hacer, si tengo que ser la persona que dé su vida para que la gente reciba este arte como se debe, pues lo seré», afirma Yeye.
Estudio Pasión Flamenca
Estudio de música y baile de Yeye Gálvez. Las clases son el Centro Español. La matrícula para el 2023 pronto estará abierta. La mensualidad es de $50 y la matrícula de $15. La edad para inscribirse es de 18 años en adelante. Para más información pueden escribir al WhatsApp 7243-6227.