Médico de profesión y artista por convicción, Armando Rivera combina sus dos pasiones como parte de su vida diaria. Su deseo de convertirse en doctor en Medicina lo llevó a ingresar a la Universidad de El Salvador (UES), de donde se graduó.
«Desde que estaba en noveno grado me llamó la atención el área de la salud. Estudié enfermería en bachillerato y luego entré a la Universidad de El Salvador a estudiar Medicina», relató el doctor Rivera a «Diario El Salvador».
Asegura que el ejercicio de la Medicina le genera la satisfacción de haber coronado una carrera universitaria, tal como se lo propuso cuando aún era adolescente.
También afirma sentirse satisfecho de poder ayudar a las personas que necesitan atención en salud.
«Mi satisfacción es que me planteé querer ser médico para generar conocimiento y ayudar a la población. Soy el mayor de tres hermanos, uno ya se graduó como médico y mi hermana está en proceso de serlo también», indicó.
Actualmente trabaja como médico en el municipio de Citalá, en el departamento de Chalatenango, pero los fines de semana guarda su bata y estetoscopio para llegar al centro de San Salvador y transformarse en diferentes personajes, a quienes representa como estatua viviente.
«Cuando iba a tercer año, empecé a estudiar actuación en un diplomado que daba la Secretaría de Arte y Cultura de la UES, y una amiga mía que hacía estatuismo nos enseñó a otra amiga y a mí. Yo no empecé en San Salvador, sino en Aguilares», comentó Armando.
Asegura que lo que hace años era un pasatiempo, actualmente lo ejerce como artista profesional del estatuismo humano en las calles del centro de San Salvador, en la 2.ª avenida.sur, entre el Teatro Nacional y la Catedral Metropolitana.
Su travesía entre el arte y la medicina no ha sido fácil, sobre todo cuando tuvo que priorizar una sobre la otra, ya que la demanda académica primó como parte del proceso formativo como médico.
«Decidí continuar con las dos porque ya estaba encaminado en ambas y para mí no era justo dejar el arte. Cuando fui interno, que es la penúltima etapa de la carrera, no ejercí nada de arte porque me dediqué a terminar el proceso», manifestó.
Entre risas, Armando recordó algunas dificultades que tuvo incluso con su familia cuando esta se enteró de que él estaba practicando el estatuismo.
«Creo que a veces los papás piensan o tienen el estigma de que el arte es para alguien sin oficio, pero no es así», expresó.
Hasta la fecha, tiene una decena de personajes interpretados a través del estatuismo; entre ellos, el aristócrata dorado, un ferrocarrilero, un cortador de café, un médico y el personaje de fantasía Lumiere, de la película de Disney «La Bella y la Bestia».
«A excepción de Lumiere, los que hago son personajes que la gente recuerda de antaño. El aristócrata, hace años tuvimos aristocracia en el país; el campesino, ¿quién no recuerda en su infancia a uno?; el médico lo saqué antes de la pandemia y fue bastante representativo. La idea es para que quien lo vea haga una remembranza», aseveró.
Por otra parte, Armando destacó el clima de seguridad que el país experimenta debido a las medidas establecidas por el Gobierno del presidente Nayib Bukele, las cuales le permiten a la población disfrutar de lugares públicos como las plazas del centro capitalino, entre otros a escala nacional.
«A mí me parecen bastante razonables, porque antes no podíamos hacer muchas cosas. Antes de la pandemia nosotros lo hacíamos hasta ciertas horas porque no se podía permanecer hasta muy noche. Actualmente se puede salir de noche porque hay seguridad, mucha más de la que yo recuerdo años atrás», subrayó.
Entre sus proyecciones para 2023 están seguir atendiendo a sus pacientes, creando personajes para estatuismo y buscar la oportunidad de regresar a la actuación, que es un área del arte que también ha practicado y le apasiona ejercer.