La iniciativa COVAX de las Naciones Unidas para hacer llegar las vacunas contra la COVID-19 a todo el mundo, sobre todo a los países menos favorecidos, enfrenta la desigualdad internacional en la que los países ricos logran negociar gigantes contratos con las farmacéuticas y garantizar el acceso de la vacuna a sus ciudadanos.
México, uno de los dos gigantes latinoamericanos, se ha quejado directamente con la ONU por la manera tan injusta en que se reparte la vacuna en todo el mundo, algo que le ha afectado directamente.
Ayer, de hecho, la Unión Europea y Estados Unidos anunciaron que iban a aumentar sus contribuciones a la iniciativa COVAX para que las vacunas lleguen más pronto a los países en donde también se necesitan pero que tienen difícil acceso a ellas. El efecto de la vacuna en los lugares en que se ha estado administrando ha sido más que significativo. Ya en Europa, por ejemplo, se ha detectado una sensible reducción de los casos, lo mismo que en Estados Unidos.
Por eso se hace más importante tener acceso a la vacuna. Y que el país haya logrado sortear el escenario internacional —favorable para las grandes potencias— y haya conseguido las primeras 20,000 dosis es un hecho que nos debe alegrar a todos, ya que la primera línea de combate a la pandemia, es decir, los trabajadores de la salud y los cuerpos de seguridad, será protegida ante el virus.El Salvador logró ser incluido en la primera fase de entrega de dosis del COVAX, pero eso implica que recibirá las primeras entregas en marzo. Antes de esto, gracias a las gestiones del Gobierno de Nayib Bukele con su similar de la India, se logró la entrega de las 20,000 dosis que ya se están aplicando a nuestros médicos y enfermeras. Es la vacuna desarrollada por la farmacéutica AstraZeneca en colaboración con la Universidad de Oxford y producida en el Instituto Serum de la India, uno de los grandes fabricantes de medicinas en el mundo.
Que la oposición trate de empañar esta buena noticia solo nos da una idea de la mezquindad de sus corazones. Los primeros en recibir la vacuna son millares de mujeres y hombres que han enfrentado la pandemia, que han perdido a colegas, que sobrevivieron a la enfermedad y que siguen combatiéndola. Criticar incluso las cajas en las que se han trasladado hasta las más remotas y apartadas unidades de salud en el interior del país —y hasta en la isla Meanguera del Golfo— refleja que su lógica político-electoral no hace distinciones de ninguna naturaleza y que pueden hacer campaña incluso contra la vida de nuestros héroes.
Son los últimos cartuchos que se gastan. El próximo fin de semana la historia será otra.