El Salvador se ha convertido en los últimos meses en un referente internacional en el combate al narcotráfico. En el último golpe contra las bandas criminales que trasiegan drogas se logró incautar 2.7 toneladas de cocaína, con un valor en las calles de Estados Unidos, el mayor consumidor de estupefacientes en el mundo, de $67.5 millones.
Este decomiso se hizo a 460 millas náuticas (852 kilómetros) de la costa salvadoreña, cuando patrullas de la Fuerza Naval interceptaron tres lanchas rápidas que transportaban 135 bultos con la droga. En el operativo, que duró 11 días de labores de investigación y seguimiento, fueron detenidos tres mexicanos, dos colombianos y cuatro ecuatorianos, empleados de los carteles de la droga.
Se trata de la mayor incautación hecha en lo que va del Gobierno del presidente Nayib Bukele. Con este procedimiento se llegó a 7.6 toneladas decomisadas en la administración actual. Es tal la cantidad confiscada en un solo golpe al narcotráfico que equivale a 3.6 veces toda la cocaína incautada en el mismo período de 2020 y 6.3 veces mayor a lo que se decomisó en 2019.
Todo esto es gracias a la ejecución del Plan Control Territorial, que da mayores herramientas y despliegue de personal, tanto de la Policía Nacional Civil (PNC) como de todas las ramas de la Fuerza Armada. Fue la Fuerza de Tarea Naval Tridente la responsable de la detención de los nueve extranjeros, la incautación de la droga y el decomiso de las tres lanchas rápidas, las cuales serán entregadas a la División Antinarcóticos de la PNC.
El más reciente informe de la Misión Técnica del Fondo Monetario Internacional (FMI) destaca el combate a la delincuencia e inseguridad desarrollado por el Gobierno, además de su excelente manejo de la pandemia, lo que permitió la rápida recuperación de la economía y posibilitó un crecimiento del 10.3 %.
Todo está enlazado. Tanto la exitosa campaña de vacunación como la estrategia de contención de la COVID-19, pasando por la atención a pacientes (y su recuperación), tienen que ver con la recuperación y el crecimiento económico tanto como los esfuerzos para combatir la inseguridad y la delincuencia.
El fanatismo puede nublar la visión como para rechazar los éxitos del Plan Control Territorial, pero no olvidemos que se trata de una agenda impulsada por los grupos que han perdido sus privilegios y poder de influencia. De paso, como sucede en el caso de seguridad pública, perdieron grandes negocios, como prueban los grandes decomisos de drogas de este año.