En la democracia, cada voto vale lo mismo. Ese es el principio de la participación, pues le da el mismo valor a la decisión de un obrero que a la de un profesional, a la de un campesino o a la de un multimillonario. Todos los salvadoreños son ciudadanos con los mismos derechos y deberes; sin embargo, la vieja clase política se concedió privilegios con tal de perpetuarse en el poder.
Bajo un flexible principio de representatividad se llegó al extremo de incorporar en la Asamblea Legislativa a diputados con escaso respaldo popular, pero que eran los preferidos de los financistas.
Tal fue el caso de Rodolfo Párker, quien siempre llegó por residuos a la Asamblea Legislativa debido al amplio rechazo popular y apenas respaldado por una minoría. Sin embargo, a pesar del veredicto ciudadano en su contra, Párker asumió poderosas posiciones dentro de la vieja Asamblea Legislativa, como vicepresidente y, muchas veces, dirigió las sesiones plenarias ante la ausencia del titular.
Además, tenía un poder desmedido dentro de la organización legislativa, algo que no era congruente con la voluntad del soberano, que apenas y había votado por él, pero que el sistema corrupto había maniobrado para incluirlo en el ejercicio político.
La reforma propuesta por el presidente Nayib Bukele empieza a devolverle dignidad y justicia a la Asamblea Legislativa, al eliminar el exceso de curules, una maniobra creada por ARENA y el FMLN para garantizarse más puestos (y, con ello, mayores ingresos), a pesar de que esto rompía el principio de proporcionalidad y representatividad.
Bajo estas reglas había diputados que habían sido electos con 15,000 votos, en tanto que otros llegaban con apenas 3,000. Sin embargo, a la hora de aprobar una ley, su voto valía lo mismo, sin respetar cuántos ciudadanos lo estaban respaldando.
Las próximas elecciones serán cruciales porque aquellos que aspiran a llegar a la Asamblea Legislativa deberán conquistar al electorado, hacerse merecedores de representar a la población, y será a través del voto directo, libre e igualitario, no gracias a triquiñuelas y malabarismos legales.
Como dice el presidente Bukele, algunos en la oposición dicen defender la democracia, pero quieren que se les asignen curules sin que el pueblo haya votado por ellos. «La nueva regla es simple: ¿usted quiere ser diputado? Entonces, convenza a la gente de que vote por usted».
En realidad, lo que temen es perder sus privilegios y los salarios del cargo. Por eso votaron en contra, porque no les interesa representar y servir al pueblo, sino beneficiarse de los fondos públicos.