Cuando decidí escribir el presente artículo, no lo hice ni por asomo pensando en el árbitro de fútbol salvadoreño, nuestro compatriota Iván Barton, esto debido a cuestionamientos recibidos por los inconformes con su actuación en un reciente partido, cosa de la cual no profundizaré pues no es lo que me ocupa en el presente espacio; más bien, enfocado en los arteros ataques de los que está siendo objeto el Tribunal Supremo Electoral (cuatro de cinco miembros) por grupos y partidos opositores al actual Gobierno, considerando a este ente colegiado el árbitro electoral para los comicios que se desarrollarán este año, en lo referente a elecciones para presidente y vicepresidente, concejos municipales y diputados tanto de la Asamblea Legislativa como del Parlamento Centroamericano.
El Tribunal Supremo Electoral ha venido perfeccionando su rol con el paso del tiempo, pues este fue creado por Decreto Legislativo No. 417 el 14 de diciembre de 1992, publicado en el Diario Oficial No. 16, Tomo 318, el 25 de enero de 1993; y desde entonces ha venido administrando los procesos electorales, y nunca se había observado tanto ataque de grupos y partidos políticos opositores del Gobierno actual, buscando deslegitimar su rol de imparcialidad.
Es de todos conocidos en nuestro país que existen agrupamientos político electorales llamados partidos políticos que, según las ultimas encuestas, no tienen ninguna opción de ganar las próximas elecciones, esto debido a que, en primer lugar, carecen de recursos financieros para impulsar una campaña como en épocas anteriores se acostumbraron a realizar, es decir, un país muy pobre con campañas políticas muy caras. El diseño de publicidad y propaganda del presidente Bukele señaló una nueva ruta, un nuevo hilo conductor de cómo realizar una campaña proselitista, que fue desde redes sociales, las cuales ahora masifican el fenómeno comunicacional, es decir, se rompió el paradigma de las campañas caras, las que contaminaban visual y auditivamente, se terminaron los canales que favorecían a grupos de poder económico que contaminaron las decisiones del Ejecutivo, del Legislativo y del Órgano Judicial.
Los poderes fácticos dominaron en gran medida a este país, y de allí es que surge el tema de los maletines negros, de los sobresueldos, acto que ahora compromete la libertad de personas que en el pasado formaron parte tanto de los gobiernos de ARENA como del FMLN, casos de corrupción ampliamente conocidos y que además tienen ahora a tres expresidentes y a una cantidad considerable de exfuncionarios y exdiputados prófugos de la justicia.
Las ultimas encuestas y sondeos de opinión, aún las que mantienen una posición antagónica a las decisiones del actual Gobierno, dan desde ya como virtual ganador a Nayib Bukele. Por ejemplo, la encuesta de la UCA ubica con 61.7 % como ganador al actual mandatario, quien tiene licencia para seis meses otorgada por la Asamblea Legislativa. Eso significa que no habría segunda vuelta, pues su más cercano contendiente sería ARENA con un 2.6 % del electorado. Esta encuesta además revela que, a pesar de que haya partidos políticos de oposición, de que haya «voceros» que representan posiciones antagónicas al actual Gobierno y algunos medios de comunicación, se valida el papel del Tribunal Supremo Electoral, pues el 55.9 % tiene confianza en este ente colegiado, lo que genera un ambiente de confianza derivado de los actuales magistrados (menos uno), es decir, cuatro de cinco representan la transparencia y el respeto a las sentencias emitidas por la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, y eso habla muy bien del actual Tribunal Supremo Electoral.
El árbitro siempre será cuestionado, veamos los partidos de fútbol: los ganadores siempre van a saludar al árbitro, mientras que los perdedores van a los camerinos. Esto en el ámbito político se traduce en ataques arteros y hasta desproporcionados de quienes detentan el poder político, su misma frustración derivada de sus patologías políticas los hace lanzar señalamientos que son un augurio de su inminente derrota electoral.