Cuando el FMLN se incorporó al sistema de partidos políticos, desmovilizó sus fuerzas guerrilleras y participó en las elecciones de 1994, en las que obtuvo 21 diputados; sin embargo, apenas tomaron posesión, siete tomaron un rumbo distinto. De la escisión surgió el Partido Demócrata, con comandantes que formaron parte del ERP (como Joaquín Villalobos y Ana Guadalupe Martínez) y de la Resistencia Nacional, dos de las agrupaciones armadas que integraron el FMLN.
Con cada elección, el FMLN ganaba más diputados y alcaldes, gracias a que promovía la idea del cambio y la justicia social, pero siempre había divisiones alentadas por maletines negros en pos de «la gobernabilidad», pero también como fruto de las inmensas diferencias de pensamiento dentro del partido.
Con todo, lograron hacer mayoría en la Asamblea Legislativa y ganaron las alcaldías de las grandes ciudades. Se aliaron con Venezuela y con los petrodólares se creó una nueva clase política adinerada que logró ganar la elección presidencial.
Con Mauricio Funes, el FMLN ganó la presidencia y desató su lado más corrupto, decepcionando a los ciudadanos que esperaban una nueva forma de gobernar, más cercana a la gente y al servicio de los ciudadanos.
En realidad, el FMLN continuó el modelo de ARENA y demostró que, más que adversarios, en realidad eran socios y administradores de un sistema político decadente, dispuesto a traicionar ideales para garantizar la protección mutua.
Así lo perpetuó Salvador Sánchez Cerén, que continuó las prácticas de Funes y que hoy, al igual que aquel, es protegido por el régimen orteguista de Nicaragua, en donde se esconden de los procesos judiciales por corrupción que hay en su contra por haber saqueado al Estado.
La mayor traición a los deseos de transformación fue la expulsión de Nayib Bukele, en un intento por bloquear su candidatura presidencial. Con lo que no contaron es que el pueblo salvadoreño creía firmemente en él y lo demostró votando y llevándolo al frente del Gobierno.
Este fue el inicio del fin del FMLN. En las últimas elecciones legislativas apenas sacó cuatro diputados, que están divididos en dos facciones, y sus alcaldes abandonan el partido debido al abandono de ideales.
Esta semana, el FMLN se quedó sin alcaldes en Usulután tras la renuncia de los cuatro que tenía. Este departamento, en sus años dorados, tenía la segunda mayor cantidad de afiliados, solo por detrás de San Salvador, lo que da una idea del descalabro político en el que se encuentra el partido de izquierda.
El futuro es sombrío para el FMLN, pero es el resultado lógico de haberle dado la espalda a la gente y de no estar a la altura de los tiempos.