La humanidad viene acarreando grandes crisis debido a un sistema que ha sido promotor de cambios bruscos, acelerados y sin dar oportunidad a la renovación de los recursos en los ecosistemas. Sin una conciencia efectiva de un desarrollo sostenible y responsable con la naturaleza, el sistema ha creado en nuestro entorno la crisis sanitaria, económica, ambiental, ecológica y social que actualmente vivimos, como grandes ejemplos de ello, estas crisis solo muestran la necesidad de regular y apostar por acciones de impacto y de cambio cultural, empezando desde las familias, comunidades y municipalidades.
Nuestro país suele ser considerado uno de los territorios más vulnerables debido a la sensibilidad de nuestra población al ser afectada por los fenómenos naturales ocasionados por la alta deforestación, el establecimiento de la población en sitios de alto riesgo, también el alto cambio en el uso del suelo, sobre todo en las zonas de recarga hídrica, la contaminación del 90 % de las cuencas hídricas por los altos impactos que la poblaciones ejercen en los cuerpos y una mala distribución de los recursos naturales, en los que muy pocos poseen grandes espacios de tierra, son parte de la problemática.
En esta época, la mayoría de las municipalidades no solo tiene el desafío de acarrear las problemáticas que dejaron sus antecesores, en donde las deudas, la desaparición de equipo, la sobresaturación de plazas, así como los conflictos territoriales y las sanciones pendientes en los distintos juzgados han sido las principales actividades a aclarar en su nueva gestión, mientras las grandes crisis están ahí pendientes de ser atendidas; crisis que deben ser tomadas con la máxima rigurosidad para no atentar con la naturaleza.
Cada municipalidad tiene sus propios desafíos de gobernabilidad, y no solo ambientales, sino políticos y sociales. Estos se logran percibir de lleno en los territorios y en los recursos que deben administrar, y es que en materia ambiental una de sus principales prioridades debe ser censar y evaluar la calidad de los recursos naturales que cada una de las municipalidades posee para aprovechar y regir de forma sustentable el territorio administrado, para que estos espacios se conviertan en tierras aprovechables; pero no solo desde el enfoque económico, sino también integrando el enfoque ecológico.
Los diagnósticos ambientales ejecutados con un enfoque científico, ecológico, social y político permiten que las municipalidades dispongan de herramientas útiles, que contribuyen a establecer un mejor plan estratégico de intervención, recuperación y uso de la naturaleza para beneficiar a la población, teniendo en cuenta los servicios ecosistémicos que sus recursos naturales brindan, así como un desarrollo sustentable y con la mentalidad de la conservación de la biodiversidad que genera ventajas en la propuesta de valor para la atracción de inversión externa y turística.
Las municipalidades deben ahora más que nunca apostar por un desarrollo local que involucre a sus comunidades, ya que sin la participación de estas sus propuestas no podrían tener el efecto positivo de largo plazo, visión que deben tener todos sus proyectos. Recordemos que la problemática ambiental es tan urgente que ya no es recomendable seguir trabajando con el ensayo y error, ya que los errores cuestan caros a la población y a la naturaleza, que nos brinda los recursos para el desarrollo.