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Rubén Zamora empezó su carrera política como miembro de la Democracia Cristiana, de donde se separó para formar parte del brazo político de la guerrilla, el Frente Democrático Revolucionario (FDR), con el que hizo una cómoda vida diplomática hablando a favor del FMLN. De regreso en el país, ya sin el peligro del conflicto armado, fue el candidato presidencial del FMLN en 1994, que entonces participó en coalición con la Convergencia Democrática (CD, el partido de Zamora).
Después, Zamora, mientras ARENA estaba en el Gobierno, fue diputado con la Convergencia y con los sucesivos partidos que la sustituyeron (Centro Democrático Unido y Cambio Democrático). Cuando el FMLN llegó al poder fue enviado nuevamente como diplomático, esta vez a Washington. Después, en el segundo Gobierno del Frente, Zamora fue el representante ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU), por lo que fue a vivir a Nueva York.
El fin de la era de ARENA y del FMLN en el Ejecutivo, con el triunfo del presidente Nayib Bukele, acabó con la vida diplomática de Zamora, que terminó distanciándose de Cambio Democrático y se unió a la alianza ARENA-FMLN. Por eso no extrañó a nadie que ayer se declaró «indignado» y aseguró al canal TVX que «los sobresueldos son un instrumento del Gobierno para gobernar; por lo tanto, lo que están haciendo es una payasada», en referencia a la investigación que comenzó con la comisión especial en la Asamblea Legislativa y que retomó la Fiscalía General de la República, que ordenó la captura de cinco exfuncionarios del FMLN por recibir más dinero del que establecía el cargo público que desempeñaban.
De ese modo, Zamora defendió una práctica delictiva ejecutada sin distinción por ARENA y el FMLN para sustraer fondos del presupuesto general de la nación abusando de la partida secreta. Los sobresueldos sirvieron, además, para financiar la compra de voluntades de funcionarios de otros Órganos del Estado mediante lo que el expresidente Antonio Saca, condenado por corrupción, llamó eufemísticamente «apoyo institucional». Es así como las bancadas que dirigían Rodolfo Párker y Ciro Cruz Zepeda brindaron la «gobernabilidad» a la que Zamora se refirió ayer, pues con el «apoyo institucional» que venía de los fondos de la partida secreta, llamada también «gastos discrecionales», se aceitaban los engranajes de la maquinaria corrupta de la vieja clase política.
Las palabras de Zamora buscan «normalizar» una práctica criminal, poniéndola, de hecho, como «necesaria», dada la naturaleza corrupta de los gobernantes de ARENA y del FMLN. Pero su hora ya ha terminado. La historia está cambiando y la justicia alcanzará a todos.