Según diferentes organismos internacionales, entre los cuales cabe mencionar el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, Cepal, el fenómeno inflacionario seguirá golpeando las economías de la región en un contexto de tasas de interés altas, sumado a una tasa promedio regional de crecimiento económico con tendencia a la baja.
Estos mismos organismos sostienen que la generación de empleo y el gasto en consumo de bienes y servicios está mostrando una tendencia a la desaceleración económica y esto, por ende, provoca que la confianza de los consumidores y empresarios se debilite en el tiempo. Una situación que al final afecta el comportamiento de los mercados financieros por la falta de confianza.
Ante un escenario poco alentador debe destacarse que el fenómeno inflacionario, al igual que la desaceleración económica, está afectando de manera drástica los principales socios de la región, como es el caso de Estados Unidos y la zona euro, y esto en la práctica se traduce en un aumento en los precios de los productos importados de estas economías, lo cual incide de manera directa en el incremento de precios en la región latinoamericana.
En esta misma línea de cadena de efectos negativos es imposible dejar de lado el aumento de los costos de energía en Europa, la escasez provocada por la guerra entre Rusia y Ucrania y los aumentos de los tipos de interés. Y al mencionar todas estas variables, lo que deseamos exponer es que el fenómeno inflacionario en la región latinoamericana es el resultado de una serie de condicionantes externos que al final están fuera de la dinámica de acción de los gobiernos latinoamericanos.
En un escenario sin precedentes, en donde la inflación se presenta como resultado de una serie de condicionantes externos en el marco de la economía mundial, a los gobiernos de la región no les queda más alternativa que adelantarse a los hechos y crear medidas económicas encaminadas a paliar de alguna forma el impacto de la inflación en cada país de la región latinoamericana.
Como profesional en el campo de las ciencias económicas no quiero ser fatalista, como es el caso de algunos colegas quienes, en diferentes entrevistas y medios de comunicación, predicen un futuro incierto que podría enfrentar nuestro país desde su punto de vista, y en donde la mayoría de las veces los argumentos carecen de fundamento científico. En este mismo orden de ideas me es casi imposible recordar si alguna vez en su calidad de expertos en temas económicos se detuvieron en sus intervenciones para reconocer que El Salvador experimenta una inflación menor en comparación con la mayoría de sus vecinos centroamericanos.
Una de las principales recomendaciones de organismos como el Fondo Monetario Internacional es que los gobiernos de la región latinoamericana deberían crear medidas para estimular la inversión con miras a mejorar los niveles de empleo.
En este último punto no es necesario ser experto en temas económicos y todos los salvadoreños estamos convencidos de que el clima de negocios está mejorando en el país y la gente, poco a poco, recupera la confianza para invertir, generar más fuentes de empleo y buscar nuevos horizontes. Además, como resultado de las medidas de excepción, el país se está convirtiendo en un destino turístico interesante tanto a escala local como internacional.
La región latinoamericana atraviesa una situación económica muy complicada, y nuestro país no escapa a estos fenómenos, pero si se toman medidas paliativas para contener el proceso inflacionario y se busca estimular la inversión privada con miras a mejorar los niveles de empleo, algo por cierto que como dijimos antes está cambiando como consecuencia de la mejora del clima de negocios. Además, se deberían considerar medidas económicas encaminadas a subsidiar a las familias más vulnerables y necesitadas con el único fin de disminuir el impacto de la inflación en estos segmentos poblacionales.
A veces me parece que el miedo a los cambios provoca en algunos sectores un nivel de ansiedad desmedida que les impide ver la realidad que atraviesa el país y se valen de medias verdades para descalificar, despotricar y sobre todo transmitir temor a la población.
Señores expertos en temas económicos, tanques de pensamiento, eruditos, si sus argumentos pudieran ser conducidos de manera firme y basados en datos sustentables entonces podrían evitar ser víctimas de la ansiedad, el miedo y falsas opiniones. Y es que al final sus opiniones no abonan, solo generan desconfianza en la gente. No cabe duda de que la inflación es un fenómeno internacional que nos afecta a todos, dejen el fatalismo de lado, más bien propongan medidas reales para mejorar la calidad de vida de los salvadoreños.
No es lo mismo ser árbitro en el campo de fútbol que desde las graderías.