ARENA y el FMLN comparten más que sus prácticas corruptas y el saqueo descarado que hicieron al Estado. Los dos son profundamente antidemocráticos, con prácticas que demuestran que un pequeño grupo, una cúpula, decide por el resto de los miembros de la organización, pero quiere hacer parecer que hay consensos y acuerdos o que siquiera se consulta a la militancia.n
Desde sus orígenes, las asambleas generales de ARENA han sido una pantomima en la que los acuerdos se ratificaban a «mano alzada», porque ya venían previamente establecidos, limitándose la participación de los militantes a realizar una representación ficticia de la toma de decisiones.
Cuando surgía algún candidato que realmente tenía interés de competir, la dirigencia le comunicaba, de manera discreta algunas veces o sin ningún tapujo en otras ocasiones, que debía retirarse bajo la amenaza de ser procesado por faltas disciplinarias o de ser descalificado en público.
Esto ocurría, sin embargo, cuando ARENA era un partido que tenía cierto respaldo popular y su participación en las elecciones podía rendir algún tipo de dividendos políticos a sus financistas.
Lo cierto es que en los últimos tiempos nadie quiere hacerse cargo de los despojos que han quedado de este partido político, por lo que no hay competencia y es difícil encontrar a alguien que quiera prestarse a ser el representante de los verdaderos dueños del partido.
La herencia de ARENA es un Estado utilizado para beneficio personal, saqueado de manera bestial, pactos con criminales y la sumisión a pequeños grupos de poder económico, los cuales eran los dueños del partido.
El FMLN siguió el mismo camino y sus convenciones no dejaron de ser meros espectáculos con alguna parte folclórica de lo que fue el debate en las corrientes de izquierda. Las verdaderas decisiones se tomaban en privado, lejos de las masas y después de calcular los beneficios que se percibirían.
Y todavía continúan mintiéndoles a sus militantes, diciéndoles que son un partido en crecimiento y que tienen la capacidad de recuperar la presidencia de la república.
No hay una sola encuesta que demuestre que ARENA se esté recuperando; más bien la tendencia es que está perdiendo apoyo debido a la decepción y la ira que provocaron en el pueblo salvadoreño después de décadas de malos gobiernos.
Fueron capaces de pactar con pandilleros las muertes diarias que ocurrirían en el país. Y todo lo hicieron para conservar el poder político. Esa sigue siendo su aspiración, pero ya el pueblo salvadoreño tomó la decisión correcta al elegir al presidente Nayib Bukele. No hay vuelta atrás.