Es importante iniciar en estas líneas que, en algún momento de nuestras vidas, en esta función de juzgar, aprendimos de los amigos grandes lecciones de vida. Cuando recién iniciaba en un Juzgado de Paz, que estaba ubicado en un pequeño pueblo de Ereguayquín, en Usulután, tenía toda la disposición de ser un excelente juez, la anhelada función que desde que egresé de la Universidad de El Salvador debía realizar; ya hace más de 25 años de ese acontecimiento.
Estando en ese pueblo tuve el honor de conocer a la familia del juez Levis Italmir Orellana (q. d. D. g.), con quien tiempo después estrechamos nuestras manos en un saludo. El juez de la capital y amigo, siempre muy amable y con la disposición y la amabilidad de atenderlo como familia; es así como luego participamos como representantes del demo judicial en la recién mesa judicial.
Ahí conocí a otros amigos jueces y a algunos magistrados de la Corte Suprema de Justicia con quienes nos unió el ideal de realizar cambios en la judicatura. Lo expreso en ese sentido porque desconocía muchos problemas que conlleva representar a los jueces en este espacio de análisis, críticas y dificultades de llegar a acuerdos, pero, gracias a Dios, el construir amistad y respeto es un «lobby» muy efectivo para construir puentes entre los jueces de distintas zonas del país.
Quiero mencionar que cuando teníamos que presentar propuestas de reformas todos hacían su mayor esfuerzo; en mi caso me correspondió presentar el proyecto del escalafón judicial. En ese momento necesitábamos un excelente proyecto y recuerdo que trabajamos mucho con el magistrado Carlos Wilfredo Amaya y el juez Mauricio Marroquín, ambos con mucha alegría y entusiasmo, no podría describirlo. Cada vez que había reunión y pasábamos a hacer alguna presentación teníamos quien nos evaluaba objetivamente y, claro, debíamos tener nervios de acero; agradezco que para ello la magistrada Mirian Geraldina Aldana nos hacía ver nuestros errores.
Al final, teníamos la confianza de un verdadero mediador, puedo decirlo con propiedad, nuestro amigo el exmagistrado de la Corte Suprema de Justicia doctor Miguel Ángel Cardoza Ayala, junto a su asesor, el licenciado Mario Alas, un gran amigo por siempre; en ese momento todos nos constituimos como jueces y juezas, magistrados, con una visión clara de los problemas que tenía la administración de justicia. En ese enfoque nos acompañó siempre la magistrada Elsy Dueñas, quien siempre motivaba a que debíamos considerar una mesa de conflictos laborales que acompañara a los jueces y las juezas a resolver sus conflictos internos en los tribunales; situación que nos unió en común con el demo judicial.
Siempre había en el grupo la inquietud por los temas trascendentales que debíamos analizar y desarrollar. Ahí surgió el gran tema de la independencia judicial, ya en este momento no muy distante de la configuración de una nueva elección de magistrados de la Corte Suprema de Justicia; se decidió como tema central en la convención judicial la independencia judicial, y el anhelo de desarrollar la primera convención judicial fuera del Palacio de Justicia o de la capital. Igualmente, ya se había juramentado a los jueces y los magistrados de la jurisdicción especializada en materia penal; ese día, por primera vez, conocí a la magistrada Sandra Luz Chicas; me recuerdo porque luego de que diserté sobre el tema solicitó la palabra para dirigirse al demo judicial, una de las deferencias más recordadas.
No puedo dudar de que representar al demo judicial fortalece la unión de los jueces y magistrados, construye ideas muy loables, proyectos que logran superar obstáculos y se obtiene un mejor enfoque de lo que realmente necesita la sociedad en general, una eficiente administración de justicia. En los diversos países existen conglomerados de jueces y magistrados que nos aportan vivencias en sus países, como establecer mecanismos de autoayuda a la parte de motivación del juez, el autocuidado, las prestaciones de salud, el enfoque de cuidado mental de los funcionarios, de su grupo familiar. La atención a los usuarios del sistema judicial, el buen gobierno y el trato respetuoso a nuestro personal que está apoyando nuestra gestión judicial.
Hoy tenemos nuevos retos; todos los sistemas judiciales se encuentran superando las barreras de la tecnología, la digitalización de los servicios y algunos con el uso de la IA; nos encontramos en la aldea de la transformación con la ciberdigitalización de los servicios. Es una brecha milenial y de grandes innovaciones en todo el mundo. En este espacio ciberdigital puedo decir que recordamos al amigo exmagistrado Miguel Ángel Flores Durel, quien siempre que tenía una oportunidad de saludar, no importando donde uno lo saludaba o la ocasión que hubiese, decía lo mucho que te quería y enviaba saludos a otros para que uno llevara ese saludo; ese elemento humano es el que hace que las demás cosas se hagan realidad; no importando los chats o las plataformas digitales de la información; un ser humano que disponía de su espacio de tiempo para expresar lo que su corazón le ordenaba.
Por esos amigos, que siempre recordaremos como seres excepcionales, es importante continuar la huella digital. Hoy nosotros debemos trascender a lo más importante, ser jueces y magistrados con un alto compromiso con este país y de la sociedad, en general, por una mejor y efectiva administración de la justicia en la modernización del sistema y la dignificación del juez y jueza en este hermoso país.
Nuestra visión de una eficiente administración de justicia conlleva realizar la modernización del sistema, en el que es clave la tecnología de la información, las redes y un presupuesto acorde con las inversiones en la tecnología y el desarrollo de personal capacitado para su administración. Los centros judiciales, aquellos que son integrados con tecnología de punta y capacidad instalada en sus centros de cómputo, audiencias virtuales, como también desarrollar más inversión en los esquemas de la sección de protocolo, el despliegue de las transformaciones de las sedes judiciales fuera de la capital.
Nuestro compromiso con la independencia judicial es en el derecho del ciudadano que demanda justicia, no sobre la efímera palabra de que nuestra independencia judicial está rota; sino que se encuentra firme como ondea el azul y blanco de nuestra bandera y puesta en el mástil del Palacio de Justicia.