Cuando uno se atreve a hablar de los secretos del ámbito político partidista es porque por azares del destino tuve la oportunidad de conocer cómo funciona el sistema político en su día a día. Y es que para bien o para mal tuve la oportunidad de ver cómo las temporadas altas y las temporadas bajas en el seno de la Asamblea Legislativa sirvieron para engordar los pecunios de algunos líderes políticos, y no lo expreso con resentimiento, al fin y al cabo llegué con una mentalidad quizás utópica y hasta romántica de hacer algo por mi país, y lo hice, caso contrario de quienes ahora me refiero, su objetivo era «ver qué agarraban».
Puedo atestiguar que la expresión «negociación política», o de manera más elegante hacer «lobby», se referían al mismo fenómeno, y es que en términos reales era el período de la «democracia pagada», es decir, cada decisión en la Asamblea Legislativa tenía un costo económico. No puedo referirme a tablas de precios, pero sí de negociaciones que se iniciaban en la octava planta de la Asamblea Legislativa y se terminaban de afinar en la que se le conocía como «la casona» (Capres), donde los toques finales se hacían con «el número uno», o sea, el presidente de la república en turno.
Así funcionaron los gobiernos de ARENA y del FMLN, conocí de exorbitantes sumas de dinero que empresas privadas de transporte, de telecomunicaciones, entre otras, pagaban a ciertos diputados a efecto de introducir piezas de correspondencia que buscaban favorecer intereses empresariales o de corporaciones, y se supo de los llamados «sacadores», que eran las personas encargadas de hacer el trabajo de decir cuánto se cobraría por cada acción, y era este el encargado de distribuir el botín a los seleccionados, de allí surgen casos ahora judicializados por corrupción, enriquecimiento ilícito y otras cosas.
Quienes siempre se vieron favorecidos con dineros de dudosa procedencia fueron parte de las cúpulas de los partidos, que engordaron sus bolsillos a costillas de nuestra gente y fueron a los que se les consideró como «los dueños de los partidos políticos», y eran quienes de manera hasta abusiva disponían de quien o quienes podían participar en eventos electorales previo al pago. Se sabe de personas que pidieron cifras astrales a interesados en participar como candidatos a diputados o a alcaldes.
La dictadura partidocrática tiene sus días contados, el destino está marcado en el sentido de que Nayib Bukele es el ganador, a pesar de los múltiples señalamientos que esgrimen los opositores de todos los sabores y colores. Ni ARENA ni el FMLN, principales partidos tradicionales de oposición, alcanzarían el 3 % de la votación general o al menos una representación en el primer Órgano de Estado.
Según lo que establecen las leyes en materia electoral, desde la Constitución de la República, la Ley de Partidos Políticos, el Código Electoral y las sentencias que en esta materia dictamine la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, deberán ser cancelados. Varios partidos políticos tienen comprometida su permanencia como tales, de allí que se viene el ocaso de una vida política tanto para los partidos como para sus integrantes, es decir, se viene el fin de una era política, el final de los dinosaurios que por muchos años lactaron sin devolver nada de sus beneficios a la población. Se viene entonces una vorágine de liquidación de institutos políticos tradicionales, cuyos «líderes» han estado al acecho de la denominada deuda política, muchas veces, o en la mayoría de los casos, para satisfacer intereses personales.
Considero desde la plataforma como sociólogo y analista que la denominada deuda política debería desaparecer, así como se hizo con el Fodes en su momento, y de esa manera se terminarán las ambiciones y los apetitos políticos de los que han vivido como sanguijuelas de los bienes pecuniarios de nuestro pueblo. Invito a derogar la deuda política y veremos cómo se terminan las luchas por el poder en el interior de los partidos políticos, es la manera, creo, y sin temor a equivocarme, que se dará fin a la dictadura partidocrática.