Cuando se habla en términos coloquiales de hacer referencia al punto débil de una persona, entendida como una persona natural o jurídica, y orientarlo al término talón de Aquiles, que proviene de la mitología griega, para tratar de establecer una analogía con la oposición política salvadoreña se encuentran elementos que permiten hacer un análisis histórico de cómo se maneja políticamente El Salvador, y se detallan a continuación.
En los últimos 60 años, nuestro país fue gobernado por cuatro partidos políticos tradicionales, a ver, en la década de los sesenta el PCN conocido como el partido de los militares y que representó la última etapa de la conocida dictadura militar, la cual culminó con un golpe de Estado el 10 de octubre de 1979, da paso a que Estados Unidos intervenga nuestro país con la llamada Reforma Agraria, término y acción política acuñada por la Junta Revolucionaria de Gobierno, al señor Álvaro Magaña (presidente interino) y al Partido Demócrata Cristiano (PDC) en la persona del ingeniero José Napoleón Duarte, quien gobernó nuestro país por medio de elecciones democráticas desde 1984 hasta 1989. Duarte, conocido como un hombre humanista y reconocido como estadista y muy bien intencionado, venía de sufrir el destierro por los gobiernos del PCN.
El Gobierno del PDC se encontró con una serie de situaciones que no le permitieron ser la esperanza para la población salvadoreña, y estos se detallan en el orden siguiente: en primer lugar, El Salvador se encontraba en una vorágine de violencia producto del conflicto armado que ya llevaba unos años de haber iniciado; en segundo lugar, como país sufrimos un devastador terremoto, el 10 de octubre de 1986 con un lamentable saldo de víctimas y sus concernientes daños materiales; en tercer lugar, se vivió una sequía la cual asoló nuestro agro e hizo que se generara una crisis alimentaria; en cuarto lugar, el vacío de poder generado por la enfermedad terminal que afectó en gran medida la salud del presidente Duarte con el posterior deceso del mencionado funcionario; finalmente, lo que más afectó y ahogó las aspiraciones de un pueblo fue la galopante corrupción de ese Gobierno, que perdió la enorme posibilidad de convertirse en la salvación para el país.
Vienen los gobiernos de ARENA el primero desde 1989 hasta 1994, Alfredo Cristiani y Francisco Merino López, presidente y vicepresidente, respectivamente; desde 1994 hasta 1999, Armando Calderón Sol; desde 1999 hasta 2004, Francisco Flores (señalado por el caso Taiwán), ya fallecido; y desde 2004 hasta 2009, Tony Saca, actualmente señalado y con condenas en firme por casos de corrupción; todos los mencionados gobiernos de ARENA con un denominador común que es la galopante corrupción que fue su talón de Aquiles, con resultados catastróficos para el país.
La llegada del FMLN al poder genera una nueva dinámica, pues es el primer partido político con una ideología de izquierda y precedido de un lastre de defensores de la justicia, la democracia y con el mote de ser contrarios a la impunidad. El primer Gobierno desde 2004 hasta 2009, dirigido por Mauricio Funes, tristemente célebre y ahora prófugo de la justicia y «asilado» en Nicaragua, al cual no se le visualiza un final muy promisorio; desde 2009 hasta 2014, nuevamente llegó el FMLN, ahora con Salvador Sánchez Cerén como presidente se decía ser el Gobierno de la esperanza, eslogan similar al que 20 años atrás utilizó otro instituto político y pasó lo que tenía que pasar: se convirtieron en todo aquello de lo que ellos antagónicamente habían recriminado a los gobiernos de derecha que los antecedieron y se convirtieron en un nicho de corrupción que ahora tiene a sus dos expresidentes prófugos de la justicia y asilados en Nicaragua; se les agregan exfuncionarios detenidos y con amplios procesos judiciales en trámite y otros que huyen de la justicia salvadoreña, cosa más detestable en la que terminaron los paladines de la justicia.
El análisis histórico planteado es de gobiernos que finalizaron sus períodos y que, dolorosamente hablando, al pueblo salvadoreño solo le quedó el saqueo y la corrupción galopante que erosionó las arcas del Estado, y que de no ser así nuestro país hace mucho hubiese desarrollado su economía y encontrado las verdaderas vías del desarrollo.
En conclusión: PCN, PDC, ARENA y FMLN como gobiernos encontraron su talón de Aquiles en la corrupción gubernamental en todas sus áreas; ahora bien, el actual Gobierno, lejos de las ideologías de izquierda, centro y derecha, se viene a convertir en el último espacio de esperanza para El Salvador como país y, de por sí, se visualiza un golpe de mano en la forma de hacer política, cosa que la oposición rancia, apátrida y anacrónica no comprende y busca deslegitimarlo como si viviésemos una dictadura. Nada más alejado de la realidad.
Lo cierto es que el actual Gobierno ha encantado a propios y extraños ya que ha logrado en un tiempo récord muchos avances como el crecimiento económico de 2021. El hecho de aumentar al ejército laboral lo cual consta en los registros del Instituto Salvadoreño del Seguro Social y de la Superintendencia del Sistema de Pensiones; las acciones emprendidas por Firempresa que apoya a micro, pequeños y medianos empresarios, la reducción casi total de los homicidios, pero ante todo el haber logrado destapar la olla de la corrupción de los anteriores gobiernos, cuyo talón de Aquiles se llama corrupción.