Es curioso que no estamos en el viejo Oeste estadounidense que vimos a través de diversas series «westerns», en las cuales abundaban las bandas de cuatreros, especialistas en robar ganado, caballos o en atracar los carruajes de la diligencia, por supuesto, a fuerza de plomo, pero estamos ante un fútbol salvadoreño que parece ser el protagonista de una nueva serie de cuatreros.
En los últimos meses y semanas hemos sido testigos de los vergonzosos resultados del fútbol en la Copa Centroamericana, en la que uno a uno, los llamados «equipos grandes» (que de grande no tienen nada) han pasado a ser los cuatreros: a recibir derrotas de cuatro goles en adelante.
El peor cuatrero, que se consagró como tal en menos de dos meses, ha sido el penoso equipo Jocoro F. C., que salió cuatro veces al campo y en todas perdió con marcador de cuatro goles en contra: primero cayó 1-4 ante el Cobán Imperial, en Guatemala; luego fue arrasado por el Saprissa 4-0 en suelo tico; se trajo otra lección 4-1 ante el Universitario, de Panamá; y se despidió del ridículo regional al encajarle una goleada de 5-0 el Cartaginés, de Costa Rica.
La mediocridad que se ha asentado en el fútbol salvadoreño no pasa inadvertida a la sazón de que nos gusta este deporte, por su popularidad y la belleza del gol y, por lo tanto, los resultados de los cuatreros salvadoreños dan para jalarse los pelos o para reírse. No hay medias tintas.
El otrora campeón regional, ahora convertido en cuatrero, el FAS, de Santa Ana, marcó historia al ser uno de los «grandes» del fútbol nacional en ser goleado por un equipo de Nicaragua, sí, de Nicaragua, donde el fútbol a veces se juega en cam pos de béisbol o en canchas que simulan ser estadios, a ese nivel bajo ha caído el fútbol salvadoreño. Toda una vergüenza.
El nicaragüense Real Estelí ganó 2-0 al FAS, con lo cual ya solo queda en el horizonte ser superiores a los equipos de Belice, donde este deporte tampoco es tradición. Ante el resto de la región, el fútbol cuscatleco solo es historia y chiste. Y por supuesto, el FAS perdió 2-4 ante el Olimpia hondureño.
Y el más reciente de los «clubes» (porque hasta que se llamen como tal ofende), fue el «Club Deportivo» Águila que fue arrasado 4-1 por el Comunicaciones, de Guatemala, con lo cual todos los equipos cuatreros han sido eliminados de la competición, algo que era predecible.
Curiosamente el gran ganador y perdedor de esta serie de los «westerns salvadoreños» es el seleccionador Hugo Pérez, que tiene carta blanca para seguir haciendo más experimentos con su «once titular», ya que sigue sin tener, luego de años, un equipo base, pues el pretexto es que no hay materia prima local para estar en la selección y ahí echa mano de las amistades en EE. UU. que probablemente le recomiendan jugadores.
Otra ganancia del seleccionador Hugo Pérez es que las derrotas de los cuatreros Jocoro, FAS y Águila le permitirán «matar su chucho a tiempo», ya que esas derrotas le serán útiles cuando alguien le reclame por la falta de gol en la Azul. Le da alas a Pérez el que, así como las goleadas recibidas por los cuatreros, la Fesfut y los dirigentes de los «clubes» se mantienen empleitados; estos últimos, en su limitado horizonte como administradores, constantemente sabo tean a la selección con no prestar a los jugadores al gusto del técnico exmundialista, o de cualquier otro seleccionador, amén de que haya dinero de por medio para compensar la cada vez más aguda carencia de aficionados en los estadios.
Pero a la vez, Pérez es perdedor en la cancha (no así en la chequera, porque, como él dice, tiene contrato hasta 2025 pierda o gane), porque indudablemente estamos a las puertas de un nuevo fracaso cuando el balón eche a rodar en la eliminatoria hacia el Mundial 2026, cuando compartirán sede México, Estados Unidos y Canadá; Mundial al que ni con la ayuda de reales cuatreros ni con pistola en mano o con amaños llegaremos.