En El Salvador, muchas personas adquieren perros como medida de seguridad, lo amarran durante el día y si tiene suerte, lo sueltan por la noche. Esta idea ha sido por décadas reforzada y es muy común sobre todo en el interior del país. Se piensa que mantener un perro con semblante fiero afuera de nuestra propiedad ahuyentará a personas con malas intenciones. Esta medida tan extendida e interiorizada como algo común es un acto deliberado de maltrato animal.
En los últimos años, los estudios que se centran en la conducta de los caninos han demostrado que los perros son animales sociables, que gustan de vivir en manada, con un fuerte instinto exploratorio, que necesitan de la interacción y la compañía de otros seres vivos para el desarrollo óptimo de su personalidad. Todas estas características son inhibidas cuando su vida se resume a vivir amarrado.
Si bien es cierto que la domesticación en la que ha vivido el perro en los últimos 20,000 años nos permite disfrutar de un animal leal, complaciente, dócil y amigable con los humanos; cuando se somete a una cadena que lo amarra de forma perpetua, sus instintos ancestrales de lobo se agudizan. Ya no es el canino alegre que saluda a quien se le acerca, ahora les ladra y les gruñe protegiendo su territorio, deja su rol de animal de compañía para transformarse en un sobreviviente infeliz.
Según los expertos, los perros pequeños necesitan un espacio mínimo de 80 metros cuadrados para moverse constantemente durante el día; mientras que los perros grandes deberían disponer de 200 metros cuadrados. Limitar el desplazamiento de un perro ocasionalmente puede ser necesario para evitar que se escape o para mantenerlo seguro mientras la familia realiza alguna actividad; sin embargo, no debería ser permanente.
Cuando usted amarra un perro, lo priva de socializar con sus iguales, negándole la comunicación, los juegos y las interacciones. Lo priva de sus necesidades fisiológicas naturales de ejercitarse, y no puede canalizar la energía; lo que puede generar episodios de agresividad debido a la carga ansiosa.
Si usted mantiene amarrado a su perro, lo priva de llevar a cabo su naturaleza de oler, explorar e investigar. Sobre todo si usted mantiene diariamente amarrado a su perro, lo priva del derecho más preciado para todos: el derecho a la libertad.
Los perros nunca deben ser amarrados. Su perro no será más guardián, si lo amarra, solo se convertirá en una víctima, un ser con vida, pero frustrado e infeliz.