ANTECEDENTES, EL G77
Un capital cónclave tuvo lugar el 16 y el 17 de septiembre en La Habana, Cuba, que en su calidad de presidente «pro tempore» del grupo del G77 + China, convocó a esta cumbre donde participaron mandatarios, representantes oficiales y líderes de los 134 países del actual G77. El G77 nació el 14 de junio de 1964 en Ginebra con una declaración de 77 naciones en la primera sesión de la Conferencia sobre Comercio y Desarrollo de las Naciones Unidas (Unctad), exigiendo un nuevo orden mundial en el comercio y «poner fin a la división del mundo en esferas de la opulencia y la pobreza intolerable».
Fundado por 77 países, hoy sus miembros ascienden a 134. Tiene como antecedente el Movimiento de Países No Alineados, nacido de la Conferencia de Bandung de 1955, Indonesia, durante las conversaciones de 29 jefes de Estado, la primera generación de líderes poscoloniales de Asia y África, entre quienes figuraban Josip Broz Tito (Yugoslavia), Jawaharlal Nehru (India), Sukarno (Indonesia), Gamal Abdel Nasser (Egipto). En los sesenta del siglo pasado se sumaron Mao Tse Tung (China), Ahmed Ben Bella (Argelia), Ernesto Ché Guevara (Latinoamérica). No Alineados porque no eran parte de la Guerra Fría entre la Unión Soviética y el Pacto de Varsovia, contra EE. UU. y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Con la caída del Muro de Berlín y la implosión de la Unión Soviética en diciembre de 1991, EE. UU. impuso la narrativa de que el mundo se había vuelto unipolar y estaba bajo su égida.
UN MUNDO TRIPOLAR
Contrario a esa narrativa, a tres décadas del derrumbe del campo socialista, el mundo ha cambiado radicalmente como lo demuestra el ímpetu del Brics (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica), la potencia emergente de China, que hacia 2030 pasará a ser la primera economía del mundo, y la hiperpotencia atómica de Rusia, que cuenta con misiles hipersónicos capaces de llegar en cinco minutos a cualquier capital europea y de pulverizar, según la Agencia Central de Inteligencia (CIA), el territorio de EE. UU. en el lapso de 20 minutos. Dentro de este panorama «in crescendo» de los miembros del G77 se desarrollan nuevos fenómenos socioeconómicos y geopolíticos que tienen su expresión en el actual mundo tripolar EE. UU.–Rusia–China. La India, sin embargo, actualmente el país más poblado del planeta, será en tres décadas la economía hegemónica mundial, y países del G77 como Irán, Pakistán, Sudáfrica, Brasil, México, Argentina, Vietnam, Indonesia o Argelia muestran un impresionante desarrollo económico y nuclear.
EL ROL DE CHINA EN EL CONTEXTO DE LA COOPERACIÓN INTERNACIONAL DE NUEVO TIPO
Uno de los aspectos cruciales de la actualidad, ilustrado de manera apocalíptica por el conflicto ruso-ucraniano, por el hambre que padece más de la mitad del planeta y por las catástrofes naturales como terremotos, huracanes, El Niño o las nuevas pandemias que azotan el orbe, es el de la cooperación internacional, abordado en la cumbre realizada en La Habana, y reflejado en el documento final intitulado Declaración de La Habana: «Retos actuales del desarrollo: papel de la ciencia, la tecnología y la innovación», donde mediante 47 conclusiones se abordan tales problemas, y se realiza un llamamiento «al sistema de las Naciones Unidas y a las instituciones financieras internacionales a apoyar los esfuerzos de los países del sur encaminados a desarrollar y fortalecer sus sistemas nacionales de ciencia, tecnología e innovación». El presidente argentino, Alberto Fernández, exigió «cambiar el sistema financiero internacional que sigue operando con las mismas lógicas de siempre», acusando al Banco Mundial y al Fondo Monetario Internacional de fomentar una crisis que, en vez de ayudar, «distribuye la pobreza en millones de seres humanos de este mundo». Por ello, China juega un rol capital a través del megaproyecto político-económico la Ruta de la Seda, que busca crear una red mundial de intercambio económico más justo, con nuevas tecnologías, infraestructura e innovaciones científicas, de respeto a la autonomía, la autodeterminación, las creencias y cultura de cada nación. Puertos, ferrocarriles, aeropuertos, carreteras, trenes, proyectos novedosos de infraestructura, entre otros, son los resultados de esta cooperación. En El Salvador, estos proyectos abarcan la Biblioteca Nacional, el puerto de La Libertad, el nuevo estadio nacional, la potabilización del lago de Ilopango, becas a jóvenes universitarios para estudiar en China, donativos de vacunas anti-COVID, trigo, arroz, fertilizantes y otros proyectos de cooperación pragmática que beneficiarán a ambos pueblos.
EL ROL DE CUBA COMO ANFITRIÓN
Fiel a su histórico papel solidario con la lucha y la cooperación de los países del Tercer Mundo, el rol de Cuba ha sido extraordinario y de gran efectividad para el desarrollo de esta cumbre. En la década de los sesenta del siglo pasado, Cuba celebró la denominada Tricontinental, un cónclave de movimientos de liberación anticolonialistas y antiimperialistas de África, Asia y Latinoamérica, así como la celebración de la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS) que reunió a los grupos guerrilleros, comunistas y socialistas del subcontinente en torno a la lucha antiimperialista a librarse en suelo latinoamericano. Esta cumbre abarcó una complejidad de temas y problemáticas desde la preocupación por la destrucción del medioambiente y el voraz saqueo de los recursos naturales del sur global por parte de las potencias imperialistas hasta la preocupación para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y la atención a las nuevas tecnologías de la información y la comunicación en la actual revolución digital. El presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, asistió a la Asamblea General de la ONU para exponer sus resultados ante el mundo, en su calidad de presidente «pro tempore» del grupo. Y es que el G77 + China es la más alta expresión de la solidaridad, la fraternidad y la cooperación de nuevo tipo de los países del sur global.