El directorio ejecutivo del Fondo Monetario Internacional (FMI) ratificó lo que su misión de técnicos admitió durante una visita a El Salvador: que el Gobierno del presidente Nayib Bukele logró implementar políticas y estrategias que permitieron una rápida reactivación económica. Eso queda demostrado con el aumento de las exportaciones salvadoreñas, la llegada en alza de remesas y el ejemplar manejo de la pandemia.
En otras palabras, el Gobierno ha tenido éxito para limitar la pérdida de vidas y estragos económicos gracias a las medidas oportunas tomadas desde antes de la llegada del coronavirus al territorio nacional, lo que permitió prepararse al recuperar hospitales e incluso construir uno exclusivamente para el tratamiento y la recuperación de pacientes con COVID-19. La masiva y eficiente campaña de vacunación permitió proteger aún más a la población y que la economía no se detuviera.
Sin embargo, el país no puede extraerse del contexto mundial. El aumento de la inflación en todo el mundo (que solo en Estados Unidos fue del 7 %, la más alta en 40 años), los problemas en la cadena de suministros y la ralentización de la producción global meten presión a las economías de cualquier país. Aun así, El Salvador experimentó un crecimiento superior al 10 % al cierre de 2021 y las perspectivas para este año inician con números superiores a los años anteriores de la pandemia.
El recelo del FMI hacia la adopción del bitcóin en El Salvador es comprensible en la medida en que la criptomoneda representa una libertad financiera que está más allá de las posibilidades de ese organismo multilateral. En las próximas semanas, el país emitirá los bonos volcán, respaldados con bitcóin, lo que se sale de la esfera de control de las instituciones como el FMI.
No obstante, esta es una expresión del futuro concretándose, llevando al país a la vanguardia internacional, como lo hizo desde que adoptó como moneda de curso legal el bitcóin. Al FMI no le quedó más que reconocer que la adopción de la billetera electrónica Chivo ha ampliado los servicios digitales y el acceso a servicios financieros a una buena parte de la población, relegada por décadas del sistema bancario nacional.
Lo nuevo siempre termina imponiéndose sobre lo viejo, desplazándolo. Para hacer ese movimiento hacia adelante solo se requería la voluntad, decisión y audacia de una nueva generación, pasos que por intereses, compromisos y cobardía jamás pudieron dar los antiguos partidos políticos.