La modernización del Estado inició en 2019, con el cambio del enfoque del sistema político y del modelo económico, que databan de la época poscolonial, estuvieron centrados a favor de los intereses de la oligarquía del añil, bálsamo, café y posteriormente financiera. El país transitó como hacienda, finca y empresa. La oligarquía siempre tuvo el control de los poderes de Estado a través de los diputados, fiscales, jueces, magistrados, etcétera.
Los ciudadanos salvadoreños fueron considerados esclavos, no fueron prioridad de los gobiernos de los conservadores, liberales, derecha ni izquierda; les dieron salarios paupérrimos, los mantuvieron viviendo en condiciones infrahumanas, les negaron educación, salud, vivienda, etcétera. No obstante, los salvadoreños, a pesar de tener en contra el sistema, se han caracterizado por ser excelentes trabajadores, incluso el poeta Roque Dalton en su «Poema de amor» los llamó «los mejores artesanos del mundo».
El poder político históricamente mantuvo un capitalismo salvaje, en este país no existió el liberalismo ni el neoliberalismo, sino que fue intervencionista y regulador para proteger y dar privilegios a sus latifundios y grandes empresas, mientras el resto de la población estuvo a merced de la «mano invisible del mercado»; hicieron uso del fraude electoral, dictaduras y autoritarismo para perpetuarse en el poder político, y a esa situación le llamaban democracia y Estado de derecho.
A los poderes fácticos no les interesó modernizar el Estado, mucho menos realizar una democratización, porque esa acción iría en contra de sus intereses, y ya no hubieran podido continuar con el saqueo institucionalizado; en este contexto la corrupción adquirió por dos siglos rango de política de Estado.
El 2019 simboliza un quiebre en la historia nacional, debido a que el partido Nuevas Ideas (NI) representa la antítesis de los partidos políticos tradicionales. NI surgió sin compromisos, deudas, compadrazgos ni dependencia con los poderes oligárquicos nacionales, empresas transnacionales, organismos financieros o de comercio mundiales, intereses de otros países o de bloques político-económicos, etcétera. El único compromiso ha sido con el ciudadano.
El actual Gobierno salvadoreño, liderado por el presidente Nayib Bukele, instauró el Estado de derecho democrático; les declaró la guerra al terrorismo, la delincuencia y a la corrupción; realizó la modernización del sistema de salud pública, reforma educativa, construcción y remodelación de instalaciones educativas; respeto a los derechos humanos; asistencia técnica y financiera a la micro y mediana empresa, incremento de los índices económicos de producción y exportación, atracción del turismo y de la inversión extranjera; modificación o creación de reglamentos, códigos y leyes; fundación de instituciones, etcétera.
El sistema político y el modelo económico salvadoreño ahora se fundamentan y se enfocan en el bienestar del ciudadano, no en los proletarios ni en la oligarquía, es decir que el ciudadano puede tener diversos ingresos económicos, diferente extracción social, ideología o religión. Ahora no hay ciudadanos de primera y segunda categoría ante los poderes del Estado y la ley, todos son iguales. Es la refundación del Estado.