Federico Sturzenegger, expresidente del Banco Central de Argentina en el período presidencial de Mauricio Macri, doctor en Economía por el Massachusetts Institute of Technology (MIT), es quien está al frente, por decisión del presidente Javier Milei, de la transformación del Estado argentino.
Sturzenegger trabajó un año con un grupo de 100 expertos para elaborar el proyecto «Ley de bases y puntos de partida para la libertad de los argentinos», que fue presentado la semana pasada al congreso de la república. Se trata de un proyecto que contiene las dos terceras partes de las reformas que el presidente argentino quiere llevar adelante y que implica la declaración de emergencia pública en materia económica, financiera, fiscal, provisional, de seguridad, defensa, tarifaria, energética, sanitaria, administrativa y social hasta el 31 de diciembre de 2025. Del proyecto, de 180 páginas, 664 artículos modifican una veintena de leyes, incluida la que declara sujetas a privatización todas las empresas del Estado, la reforma electoral que elimina las elecciones primarias (las PASO).
Antes de este proyecto, a las 48 horas de haber asumido la presidencia, Milei, por medio de su ministro de Economía, Luis Caputo, anunció 10 medidas de emergencia y a la siguiente semana el presidente informó de la entrada en vigor del Decreto de Necesidad y Urgencia que modificaba o derogaba 366 leyes.
Todo este torbellino de cambios, dirigido contra el agónico y elefantiásico Estado argentino, puede entenderse como una «Revolución de la libertad», que es el título del artículo que Sturzenegger publicó en el periódico «Perfil» de Buenos Aires la semana pasada.
La revolución de Milei es cultural en el sentido de que los argentinos tienen que asumir una nueva forma de ver las cosas. No pueden seguir mendigando a un Estado que los ha sumido en la miseria y en la ineficiencia como país. La revolución de Milei no por azar entonces está bajo el signo de uno de los pensadores fundadores del Estado argentino en el siglo XIX, Juan Bautista Alberdi, a quien Milei cita continuamente: «Si queremos ser libres, seamos ante todo dignos de serlo». Lo que se pretende es devolver la autonomía a los ciudadanos.
Esta revolución se da en un contexto histórico específico, el estado de enfermo terminal en que se encuentra Argentina hoy. Jorge Liotti, editor del diario «La Nación» de Buenos Aires, lo señaló meses antes de la primera vuelta de las elecciones de este año en su lúcido libro «La última encrucijada. Los dilemas de la democracia argentina».
El 2023 era un año crucial, según indica Liotti. Se cumplía, en primer lugar, el cuadragésimo aniversario del retorno a la democracia que exigía el balance sobre lo ganado y lo perdido en esos 40 años: hay democracia, pero los argentinos han empeorado y los jóvenes solo piensan en migrar. Las elecciones de este año no podían ser vistas como una justa electoral más, sino lo que estaría en disputa era «el rumbo definitivo del país». Debido al consenso generalizado sobre el estancamiento económico y social de Argentina, sus ciudadanos sentían que en estas elecciones estaban en «su última encrucijada». El país ha perdido, dice Liotti, nada menos que la capacidad de imaginar el futuro y lo que se vive es una pobreza no solo económica, sino emocional.
Milei no mintió en la campaña sobre la gravedad de la situación argentina y su condición de enfermo terminal. Volvió obsoletas las etiquetas de neoliberal y de ultraderecha utilizadas por ciertos intelectuales. «El presidente puso al país en una dimensión que no recuerda ningún argentino vivo», reconocía Joaquín Morales Solá en «La Nación».