Nunca el gremio periodístico ha tenido completa identificación con la Asociación de Periodistas de El Salvador (APES), ya sea porque nunca ha tenido amplia representación o porque, como sucede hoy, está al servicio de intereses políticos.
En un tiempo no dejaba de ser un club o un espacio disponible para celebrar fiestas u organizar borracheras. Al menos daba ese servicio social y tenía utilidad. Sin embargo, perdió la propiedad del terreno donde estaba instalada, en el Paseo General Escalón.
Ahora, la directiva de la APES está llena de personajes que provienen de las oficinas de comunicaciones de los gobiernos del FMLN o están alineados con publicaciones digitales que han perdido sus ingresos económicos al no poder usufructuar la muerte de salvadoreños ocasionada por pandilleros a través de salas negras o proyectos similares, financiados por organizaciones internacionales con claras agendas antisalvadoreñas.
Están tan sometidos a los dictados de sus amos que en lugar de investigar atentados contra la libertad de expresión salen a defender a los perpetradores. Ahí está el caso de una periodista de «Diario El Salvador» que fue expulsada de una conferencia de prensa de la diputada Claudia Ortiz, de VAMOS. En lugar de preguntarle a la periodista, ¡salieron a tomarle la palabra a la funcionaria, a defenderla y a criticar la denuncia de «Diario El Salvador»!
Lo lógico en una organización que se vende como representante de los periodistas es que al menos busque su versión, no que asuma la postura del poder. Eso solo se entiende por su activismo en la oposición.
Lo mismo sucedió con la censura contra Julia Évelyn Martínez, obligada a renunciar como docente en la UCA porque se atrevió a confirmar una publicación digital y a exponer a la UCA como la sede de las negociaciones de la oposición. Martínez es una asidua participante de foros de debate en diferentes medios de comunicación, donde expone sus puntos de vista y opiniones. Y precisamente por ejercer su derecho de expresión fue expulsada por la UCA. Ahí, la APES, que también se presenta como defensora de la libertad de prensa y la libertad de expresión, guarda silencio, un silencio cómplice y mezquino, calculado para agradar a sus amos.
Como «Diario El Salvador» denunciamos la constante intolerancia de grupos políticos ligados a ARENA, el FMLN, Nuestro Tiempo y VAMOS, que objetan la cobertura de nuestros equipos periodísticos. Se molestan porque haya profesionales que se atrevan a presentar «el otro lado de la historia», porque prefieren a sus hordas de aduladores de los medios tradicionales.