En general, cuando los viejos políticos sacan en una conversación el concepto de «sociedad civil», se refieren a grupos u organizaciones que no tienen vínculos con los partidos políticos. Es decir, ciudadanos que no están afiliados a partidos políticos.
Pero una cosa es el concepto teórico y otra, muy distinta, lo que pasa en realidad con esos grupos que se autodenominan representantes de la «sociedad civil».
En una de esas organizaciones hay una variedad de personajes provenientes de una multicolor paleta política. Muchos han tenido múltiples banderas y formaron parte de estructuras de poder al ser funcionarios electos, como diputados o magistrados, o han sido parte de la organización dentro de los partidos políticos, desde miembros rasos hasta secretarios generales.
Otras organizaciones tienen un marcado sesgo ideológico y se identifican plena e ideológicamente con las corrientes a las que están adheridos el FMLN o ARENA.
De hecho, de los tres candidatos que tienen los partidos de oposición, solo el del FMLN, Manuel «el Chino» Flores, es honesto al no ocultar su militancia (porque no tiene cómo hacerlo, la verdad, más allá que ocupar camisas blancas para mantener distancia con la bandera desgastada de su organización). En cambio, Joel Humberto «Beto» Sánchez era un entusiasta del expresidente de ARENA Antonio Saca, que buscó un segundo mandato en el Ejecutivo liderando el movimiento de Unidad, por el que Sánchez hizo campaña electoral.
El caso de los candidatos de Nuestro Tiempo es más cínico aún. Ambos, el aspirante a la presidencia (Luis Parada) y su compañera de fórmula (Celia Medrano), se presentan como independientes, pero en realidad tienen profundos vínculos partidarios. Parada, por ejemplo, incluso fue precandidato presidencial de ARENA, partido por el que hizo campaña varias veces y para cuyos gobiernos trabajó como abogado.
Medrano, en cambio, se ha vendido como una defensora de los derechos humanos, pero toda su vida política ha estado ligada al FMLN, a tal punto que formó parte de los dos gobiernos del Frente.
Es decir, todos tienen lazos políticos evidentes que quieren ocultar presentándose como «propuestas de la sociedad civil». La verdadera sociedad civil está formada por millones de ciudadanos que todos los días salen a trabajar para hacer productivo a El Salvador; que reconocen que sus oportunidades mejoraron desde que el Gobierno del presidente Nayib Bukele enfrentó y doblegó a las pandillas e hizo del país la nación más segura del mundo. Esa es la sociedad civil que verdaderamente importa y la que decidirá con su voto en las próximas elecciones.