En el país hay pocos especialistas en odontopediatría, y como educadora por más de 20 años me parece que son necesarios aquí y en toda Latinoamérica, ya que —a diferencia de Europa— nuestra población infantil sigue siendo cuantiosa.
Muchos especialistas en todas las áreas hablan de los terribles dos años, pero ¿cómo afecta esa edad en la boca? Los cambios cuando se cumplen dos años no son solo psicológicos; algunos papás perciben esa edad como difícil debido a los cambios rápidos en el humor y las conductas del niño, y más en estos tiempos, la increíble tarea de batallar con él.
Hay cambios en la motricidad, el intelecto, las adaptaciones sociales y emocionales. Entienden lo que les decimos, pero la mayoría aún no puede expresarse con el habla; desean independencia, pero aún son incapaces de hacer muchas cosas, lo que los lleva a la frustración, al descontrol y a los famosos berrinches.
Durante este período, la consulta odontológica puede ser caótica y se espera ocasionalmente que los menores pierdan la paciencia, por ello se intentará mantener la calma en el consultorio. Cuando el niño comienza a inquietarse, el odontólogo puede dirigir su atención con algo para distraerlo, lo mejor en ese momento es no hacer caso del arrebato.
El padre será el encargado de calmar a su hijo sin discutir ni hacer escándalos. Habrá que esperar a que el niño esté controlado antes de continuar con la cita odontológica si lo permite. Al aceptar y conocer los cambios fisiológicos del hijo y demostrarle comprensión, amor y respeto, se le ayudará a sobrepasar esta etapa difícil con confianza.
Entre los cambios más importantes están la salida de los primeros molares, entre los 13 y 18 meses; la erupción de los caninos, entre los 16 y 23 meses, y antes de finalizar los dos años erupcionan los segundos molares primarios o de leche.
El niño a esa edad quiere hacer muchas cosas solo, pero no debemos caer en el error de dejar que se lave los diente sin ayuda; esa asistencia podría dejar de hacerse alrededor de los nueve años, cuando el niño ha alcanzado una habilidad motriz y entendimiento para hacer la higiene bucal sin supervisión.
Durante la erupción dental el niño puede padecer de enfermedades estomacales o intestinales, de fiebre, llanto inexplicable, dolor de cabeza, entre otros. Para aliviar los síntomas, y a la vez cuidar y protegerle las encías, se puede aplicar gel de bálsamo con un dedal; té de manzanilla, con una gasa húmeda o la yema del dedo limpio masajeando suavemente las encías; de esta manera se relajará la zona de corte por donde saldrá el diente y el sangramiento será menor.
Los síntomas más frecuentes son irritabilidad, morder o masticar objetos duros, babeo —lo cual a menudo puede empezar antes de que comience la dentición—, inflamación y sensibilidad en las encías, rechazo a la comida y problemas para conciliar el sueño.
Recuerde que esta etapa la hemos vivido todos, y aquí estamos gracias a mamá y papá que tuvieron la paciencia y el amor para sobrellevar los terribles dos.