El villancico austriaco más famoso del mundo se llama «Noche de paz, noche de amor», que se ha convertido además en el sencillo número tres en la historia más vendido y en 2011 fue declarado patrimonio cultural inmaterial de la humanidad, traducido a varios idiomas (más de 300) e interpretado por mujeres y hombres. Fue interpretado por primera vez el 24 de diciembre de 1818 en la iglesia de San Nicolás de Oberndorf, en Austria. En 1914 fue cantada durante la denominada tregua de Navidad y cantada simultáneamente en inglés y alemán, y era el único villancico conocido por los soldados de ambos ejércitos durante la Primera Guerra Mundial; muchas historias, libros, películas, novelas toman este acto como un alto al fuego en medio de los conflictos y modernamente en situaciones de convulsión de sociedades en el mundo.
El 24 de diciembre de 2022 en mi amado país, El Salvador, vivimos una verdadera noche de paz, noche de amor en todo el territorio nacional. El que les escribe nunca lo había experimentado, ya que mi niñez, adolescencia, juventud las viví en el conflicto armado y mi etapa adulta en la guerra criminal y social de las pandillas. La población salvadoreña disfrutó una verdadera Nochebuena, por fin se pudo visitar a los familiares en otra comunidad, colonia, otro barrio, cantón o caserío; ya no fue necesario almorzar y reunirse en un centro comercial al mediodía para estar en una zona neutral, con lo incómodo y poco acogedor que resultara esto en medio de cientos de mesas y sillas y los niños corriendo y jugando entre los comensales, o que los primos fueran a vitrinear mientras los adultos compartían.
Ese 24 de diciembre por la mañana conversé con un encargado de un taller de la zona norte de la capital, quien me compartió que esa noche con sus tres hermanos y sus respectivas familias estarían reunidos por primera vez en la zona de Colón, en La libertad; las cuatro familias viven en el mismo municipio, pero en cuatro comunidades diferentes, y mientras platicábamos en el taller, le llamó su hermana para decirle que ya había preparado el pan en su casa porque la panadería que había cerrado por la extorsión hace cinco años ya estaba funcionando y que esa era una de las sorpresas y el testimonio de la noche. Cuando finalizó la llamada, sus ojos estaban llenos de lágrimas y nos fundimos en un abrazo en medio de los clientes. Nunca olvidaré su frase cuando me dijo: como hermanos casados es nuestra primera Navidad juntos, libres de las pandillas.
Fue una noche extraordinaria para El Salvador, las familias pudieron asistir a sus iglesias, los cultos fueron en horario nocturno, ya no al mediodía o por la tarde, se alabó y se glorificó el nombre de Nuestro Señor Jesucristo, las familias salvadoreñas pudieron conmemorar el nacimiento de Jesús de Nazaret y compartir en familia, platicar hasta la madrugada, los primos jugaron en los pasajes y en muchas comunidades las familias desarrollaron emprendimientos de alimentos, bebidas, venta de fuegos artificiales y otros negocios que representaron ingresos en esta época de Natividad.
Muchas gracias al señor presidente Nayib Bukele, funcionarios del Gabinete de Seguridad, personal de la Policía Nacional Civil, Fuerza Armada, Fiscalía General de la República, Centros Penales, Ministerio de Justicia y Seguridad Pública por darle al pueblo salvadoreño una primera Navidad libre de pandillas, homicidios, extorsiones, de crímenes y quebrar por primera vez en el presente siglo las absurdas fronteras invisibles. Dios los bendiga y los guarde.