La vida amerita no solo ser vivida con intensidad, sino, ante todo, ser reflexionada con rigor y verdad; ya que solo lo que se observa fluye y se encuentra así mismo. El título que se presenta podría crear confusión bajo la premisa que se ha escuchado muchas veces que para atrás ni para coger impulso; pero ese suele ser un error de percepción y de poco análisis filosófico profundo.
Ciertamente, el ser humano siempre busca mejorar y ampliar sus circunstancias positivas, pero también es una realidad que a veces para poder observar mejor todo el panorama que se quiere caminar se necesita dar marcha atrás y así tener mejor comprensión del todo. De ahí que la vida requiere compromiso para ir hacia adelante y hacia atrás, pero nunca estancarse o inmovilizarse.
De tal suerte que, en el camino existencial de la vida cotidiana se debe caminar con miras al futuro, a veces se debe retroceder con miras a la comprensión total, pero nunca se ha de estancar o mantenerse inmóvil, pues esa es vileza de espíritu que no aporta crecimiento intelectual, espiritual y experiencial. Así pues, saber controlar el destino confiado en Dios y en la decisión personal es el comienzo para incrementar.
El pensador ítalo-argentino José Ingenieros al respecto expresó: «Si te arrastras como gusano, no te quejes si te pisan». Es decir, en la vida no se puede ni se debe arrastrar tanto si uno por sí mismo lo busca, o permitirle a otro que se lo haga a uno; ya que la tierra solo es componente de estabilidad al caminar, pero no carretera para arrastrar. La dignidad está por encima incluso del ideal, si no es el correcto.
Por tanto, lo que no debería estar permitido en la esencia y el camino de cada persona es la inmoralidad de estancarse, pues esto demuestra su mediocridad o su poco atractivo por la vida. Claro, no hay que confundir esta postura con aquellas personas que, por circunstancias adversas, pasan por momentos de estancamiento, pues se ha de entender que es transitorio, pero si se acomoda, entonces sería mejor no haber nacido.
Por ende, una vida bien vivida es aquella que se construye bajo el criterio de crecer; lo irónico es que el verdadero crecimiento no es el que va hacia arriba, sino el que va hacia dentro, pues solo en el mundo de la interioridad radica la base de la radicalidad, que siempre ha sido componente de la evolución y la vida plena. Por tanto, nunca hay que estancarse, pero sí ir hacia adelante o para atrás para ver mejor el panorama.
Tal como solía expresar el maestro danés Søren Aabye Kierkegaard: «La forma más profunda de desesperación es elegir ser otro que uno mismo». Eso precisamente es una visión clara de no evolución a causa del estancamiento o la inmovilidad; la vida es intensidad, plenitud, crecimiento hacia dentro y, por tal, sea quien provoque la libertad, la dignidad, la intensidad de la vida, con eso ha de bastar.
No tema pues ir hacia adelante o para atrás, pero nunca se estanque, pues eso es mediocridad.