Muchas veces pensamos que tenemos la razón y estamos equivocados; muchas veces pensamos que lo hacemos bien y quizás está mal, lo hacemos por comodidad o por costumbre y la desconstrucción de acciones o hábitos no es fácil, es sumamente complicado, pero es algo que sin duda podemos lograrlo.
A nuestro Gobierno le exigimos muchas veces, y por supuesto que como salvadoreños tenemos derecho de exigirles a nuestros gobernantes, pero muchas veces no estamos dispuestos a sacrificarnos un poco o a cambiar las conductas negativas que inciden directamente en nuestra sociedad. Por ejemplo, en nuestro país con la nueva doctrina de protección integral de la niñez y la adolescencia. Los niños y los adolescentes pasaron de verse como objetos de derecho a ser sujetos de derecho. Actualmente, en nuestro país, está prohibido causarles dolor físico, psicológico o emocional, es decir, está prohibido por ley darles castigos violentos, crueles e inhumanos. Sin embargo, muchas personas golpean a sus hijos «por su bien porque mi madre me pegaba y gracias a eso soy lo que soy», cuando realmente les causan todo tipo de conflictos internos, les enseñan que las cosas se resuelven con violencia. Violencia que, está demás decirlo, muy probablemente el niño la reproducirá inicialmente en su círculo cercano, con sus amigos, cerca de su casa, escuela y posteriormente en la sociedad.
Conductas que pueden parecer simples como pasarse una luz roja, deben erradicarse. Todos sabemos que el amarillo es precaución, pero El Salvador es el único país en el mundo en que el amarillo quiere decir «acelere más»; si nos metemos a una fila y nos ahorramos tiempo, entonces somos «inteligentes», pero estamos irrespetando a los demás con su tiempo y sacrificio. Es que irrespetar a los demás no solo es insultarlos, hay muchísimas formas de hacerlo sin decir palabras, y el tiempo de las demás personas es igualmente importante de lo que es para uno.
La sociedad también debe brindar herramientas al Estado, no solo el Estado a la sociedad. De nada sirve que existan políticas públicas, si nosotros como personas no las aprovechamos, y no comenzamos a cambiar en cosas pequeñitas, respetar a nuestros mayores, erradicar la violencia de género y la homofobia. Debemos tener siempre la disponibilidad de ayudar a quien lo necesite, ser empático con los demás, es decir, ponernos en los zapatos del otro. Por supuesto que como sociedad debemos ayudarnos, no por lástima, sino por solidaridad; los pequeños cambios en nosotros son grandes cambios en una sociedad.
El tema de la basura es un tema fundamental, debemos cuidar nuestro país, nuestro planeta, el medioambiente es vital para nuestra existencia. Es doloroso que en pleno 2022 al ir por la carretera ver personas que tiran basura por la ventana de su automóvil. Sin duda, son cosas que ya no deben darse en nuestro país; tratar de reciclar en casa puede ser una actividad familiar muy enriquecedora en todos los sentidos.
La ciudadanía debe ser la principal vigilante de la democracia, pero también podemos participar positivamente en la sociedad al hacer cosas pequeñitas, algunas de ellas requieren un mínimo esfuerzo. Construir un mejor país es tarea y obligación de todos.