Pocas horas después de que se perfiló como un fenómeno potencialmente peligroso, el Gobierno del presidente Nayib Bukele se apresuró a declarar alertas por la llegada de lo que en ese momento se llamaba depresión tropical 19-E, pero que con el transcurrir del tiempo se llamó tormenta tropical Pilar.
El equipo de Gobierno, con el presidente a la cabeza, se puso a trabajar para preparar al país ante lo que podría ser un evento sumamente dañino. El mandatario suspendió un compromiso familiar para incorporarse a dirigir la estrategia que minimice los daños, por lo que solicitó a la Asamblea Legislativa la aprobación de un decreto de emergencia nacional.
La declaración de emergencia nacional facilita la reacción de las instituciones ante fenómenos naturales y potenciales catástrofes, y no es necesario esperar que se haya causado el daño para actuar. Eso, al contrario, es el sello de los anteriores gobiernos, que no supieron prever posibles consecuencias, lo que a la larga salva muchas vidas y permite una mejor reacción.
Quedó comprobado con la pandemia de COVID-19, cuando el presidente Bukele tomó medidas mucho antes que cualquier otro Gobierno en la región y que para algunos —sobre todo en la oposición— parecían extremas, pero que con el tiempo revelaron que fueron las mejores decisiones tomadas debido a que ayudaron a retrasar la llegada del virus, lo que permitió ganar tiempo para preparar a la red nacional de hospitales y montar un mecanismo de contención. Del mismo modo, al tener una mayor previsión, El Salvador fue uno de los primeros países en reabrir la economía, lo que aceleró la reactivación.
Ahora como nación nos enfrentamos a un nuevo reto, ante lo cual es mucho mejor estar preparados y tener la flexibilidad para afrontar los desafíos que vayan surgiendo. Esta tormenta tropical ha aumentado la velocidad de sus vientos y podría llegar a territorio nacional convertido en huracán. Hace pocos días vimos los estragos que un huracán, Otis, causó en la ciudad mexicana de Acapulco. Y se trata de eventos climáticos extremos que se desarrollan en poco tiempo, por lo que la preparación y prevención se convierten en herramientas fundamentales para proteger vidas y bienes.
Debemos trabajar unidos, desde el Gobierno Central, pasando por las instituciones que forman parte de Protección Civil, hasta el último ciudadano, para minimizar al máximo los efectos.
La previsión del Gobierno del presidente Bukele con la pandemia de la COVID-19 nos dejó la lección de que estar preparados hace una enorme diferencia.