Los diferentes estudios de la casa encuestadora TResearch revelan que, a medida que pasa el tiempo, los salvadoreños aumentan su apoyo al régimen de excepción, puesto que ha demostrado ser una herramienta muy eficaz para pacificar de manera real y duradera el territorio nacional.
En un año, el apoyo al régimen de excepción creció 17.8 %, llegando a 92.4 %, con apenas 5.1 % en contra de un mecanismo que ha ayudado a las autoridades a enviar a prisión a más de 70,000 integrantes y colaboradores de las pandillas, esas estructuras terroristas que sembraron luto y dolor durante décadas bajo la cómplice indiferencia de ARENA y del FMLN.
Ha sido gracias al régimen de excepción que tanto la Policía Nacional Civil, como la Fuerza Armada, la Fiscalía General de la República y el sistema de justicia han tenido las disposiciones legales necesarias para enfrentar el que se había convertido en el principal problema de todas las familias en El Salvador.
Gracias al Gobierno del presidente Nayib Bukele, el pueblo salvadoreño ha conquistado verdaderamente la paz. No como en 1992, cuando el pacto entre las cúpulas de ARENA y del FMLN selló nada más acuerdos que beneficiaron únicamente a los firmantes, sus organizaciones, a sus aliados y a sus socios, ya que la violencia de los combates fue sustituida (y superada) por la locura sanguinaria de las maras.
En los primeros cuatro años de gestión del presidente Bukele, El Salvador ahora consolida las transformaciones, con una sociedad que aprende a conocer qué es vivir en paz, lo que ha dado un enorme impulso a la economía local, pero también ha atraído a turistas de todas partes del mundo que vienen no solo a conocer y disfrutar de las maravillas naturales que ofrece el país, sino también para constatar por sí mismos la erradicación de las pandillas.
Profesionales que antes se vieron limitados por el accionar de las maras, como maestros, médicos, promotores de salud, distribuidores de mercadería, repartidores de comida rápida y motoristas del transporte público ahora pueden trabajar libremente, sin temor de que serán asesinados por no pagar la extorsión.
Los padres de familia saben que sus hijos pueden salir con tranquilidad al pasaje o a jugar en la cancha de la colonia porque, gracias al régimen de excepción y a la guerra contra las pandillas, el país vive el mejor período de su historia.