El modelo neoliberal que ARENA implementó en el país desde la década de los noventa priorizó el comercio por sobre la producción nacional, así fuera esta industrial o agrícola. Bajo esa premisa, resultaba más rentable para un pequeño grupo importar los alimentos que invertir en producirlos en el país. Esto llevó al abandono del agro al punto de que haciendas y fincas que en el pasado habían sido ejemplares —y que incluso habían sobrevivido a la expropiación de la reforma agraria de la democracia cristiana tras su reconversión en cooperativas— terminaron arruinadas y en bancarrota. De forma paralela, el abandono del campo obligó a familias a migrar a las ciudades en busca de sustento, engrosando los cordones de miseria y empujando a muchos jóvenes a la delincuencia. Otros más se fueron al extranjero y con sus remesas sostuvieron a los parientes que dejaron atrás.
Los sucesivos gobiernos de ARENA y los dos del FMLN no hicieron más que profundizar y maquillar el esquema de importaciones. El Frente, bajo supuestos planes de inversión, utilizó millones de dólares de la iniciativa venezolana ALBA para crear una empresa que compró terrenos y equipos, pero que nunca produjo. Al final, un puñado de «compas» logró conquistar el «buen vivir» y acumuló riquezas, dándole la espalda a los ciudadanos que habían confiado en las promesas de justicia social.
De modo que es una muy buena noticia que la nueva Asamblea Legislativa haya resuelto de manera eficaz el financiamiento para darle vida al Plan Maestro de Rescate Agropecuario, por medio del Plan de Transformación Agropecuaria para la Soberanía Alimentaria y el Plan de Despliegue Sostenible del Café. Son dos fideicomisos, de $635 millones y $640 millones, respectivamente, que modificarán sustancialmente las condiciones de vida en las zonas rurales y convertirán al país en un productor de sus alimentos.
Este ambicioso proyecto creará 2 millones de trabajos, renovará 50,000 manzanas de cafetales, emitirá carnés a los agricultores y permitirá atraer inversiones de productores que buscaron otros países.
Naciones desarrolladas han cosechado éxitos al volverse autosuficientes en la producción de sus alimentos, pero eso requiere investigación, inversión y adquisición de tecnología. Uno de los efectos directos de este plan será repoblar el campo, pero superando las precariedades y llevando todos los servicios básicos, además de internet, lo que creará polos de desarrollo y requerirá el mejoramiento de la infraestructura.
Sin duda, es el gran inicio para el rescate del agro, una gran oportunidad para todo el país.