El ejercicio resultó interesante, pues algunos años después se logró la incursión de un diputado independiente, del que se pudo observar que su «independencia» se comprometió, pues la población le criticó por su papel al convertirse en un aliado natural al plegarse a las votaciones de ARENA, FMLN, PDC y PCN, que en los primeros meses de Gobierno del actual mandatario Nayib Bukele se dedicaron a negar votos para la seguridad, para temas de pandemia por la COVID-19. Este diputado se identificó con la creación de comisiones de antejuicio contra funcionarios del actual Gobierno, y se recuerda el triste papel de un grupo de señoras diputadas que confrontaron de manera poco ética al actual ministro de la Defensa, interpelaron, además, al actual director general de la Policía Nacional Civil, a la ministra de Salud, al presidente de ANDA, etcétera. Y en todo ese embrollo estaba la postura de un diputado independiente quien abrió y fue el pionero de un interesante camino derivado de la resolución de la Sala de lo Constitucional, pero al mismo tiempo su práctica política enterró las posibilidades para que cualquier otro candidato independiente se postule y gane un escaño en la Asamblea Legislativa. En conclusión, así como llegó, de igual manera la población le dio la espalda electoralmente hablando.
Como ya decíamos, las resoluciones que emite la Sala de lo Constitucional son de obligatorio cumplimiento; de igual manera, en septiembre de 2021 esta misma Sala emite una resolución en la cual avala la reelección presidencial. Y acá las cosas se ponen interesantes, pues, por una parte, se tienen los pronunciamientos de la oposición política criolla, donde se visualizan partidos políticos (pequeños), algunos sectores empresariales y algunos referentes de gremiales y universidades, medios de comunicación apoyados por mercenarios financistas y agentes externos, que incluye a periodistas que usan el tema como una plataforma para oxigenar sus desgastadas agendas políticas; pero estos sectores no se dan cuenta de que el pueblo salvadoreño pide y demanda la reelección del actual presidente Bukele, y un parámetro importante son las encuestas. La última posiciona al presidente con más del 84 % de aprobación, y además cuenta con un respaldo legal, que es ese fallo del 4 de septiembre de 2021.
Ahora bien, por otra parte, analicemos cuáles son las opciones o cartas ganadoras de la oposición política salvadoreña; la respuesta es clara y contundente; en pocas palabras, no existen, es decir, están aniquilados; en contra sentido se observa a un presidente joven y con ganas de sacar adelante a nuestro país, listo para gobernar un segundo período consecutivo, obedeciendo al fallo de la Sala de lo Constitucional, pero más obedeciendo al soberano, es decir, a la población que demanda su continuidad.
El escenario político salvadoreño nos deja, de momento, una clara lectura del hilo conductor, de la ruta por seguir, y es la pronunciada por el pueblo salvadoreño, que cayó en un hartazgo, lo que genera condiciones objetivas y subjetivas para dar el siguiente paso, que es la reelección presidencial, poniéndonos en consonancia con países desarrollados, para quienes la reelección no es motivo para generar discursos agrios y fuera de todo contexto, más bien es algo normal y natural en la vida institucional, como debe de ser; y tras eso vamos como país.